16 nov 2010

Asesinato a las 13:30h

Mientras cocino suelo tener la tele puesta. Me hace compañía, como diría mi madre. La mayoría de las veces está como de fondo, no le presto mucha atención, pero últimamente reconozco que subo el volumen e incluso tengo que apartarme de los pucheros de vez en cuando porque no quiero perderme las declaraciones de algún testigo, familiar, amigo, policía, forense... Efectivamente, cocino con la sexta y sus Crímenes imperfectos.

Crime stories (traducido como Crímenes imperfectos) ya es un clásico de la parrilla de la sexta. Este docudrama lleva años ocupando la programación matinal de la cadena y debido a su razonable buen funcionamiento en cuanto a audiencias, la cadena ha comprado otros programas similares que ha ido colocando en la misma franja horaria: Forensic files, I detective y Power, privilege and justice.

Como dato curioso señalar que este último ha sido traducido como Crímenes imperfectos: ricos y famosos. Aunque son de formato similar, se trata de programas distintos, por lo que supongo que en la sexta lo tradujeron así para que la audiencia entendiera que si les molaba Crímenes imperfectos, esto les iba a pirrar. El problema es que este segundo, a diferencia del primero, tiene presentador -el bueno de Dominick Dunne- y cada programa arranca con una breve exposición del caso con imágenes reales y un plano en travelling en el que Dominick lanza su frase: “Tonight in Power, privilege and justice” con su doblaje literal al castellano por encima. Ni es por la noche ni el nombre del programa encaja, por lo que cada episodio empieza ya con un misterio. Es una gilipollez, pero a mi me hace gracia, qué quieres que te diga.

El programa (me refiero a Power, privilege and justice, que es el que se emite últimamente mientras cocino) es de buena factura. No abusa de los detalles escabrosos, trata de ser bastante blanco a pesar de que cada episodio gira en torno a un asesinato y usa como arma principal para enganchar a la audiencia la buena administración de la información. El punto de vista desde el que se narra la historia es el de los investigadores, por lo que ir descubriendo cada detalle poco a poco, especular con las posibilidades y acabar descubriendo quien fue el asesino y sus razones, se convierte en el motor de cada capítulo. En definitiva, el secreto de este formato consiste en la habilidad que demuestra a la hora de usar el whodunit en su narrativa.

A mi este formato me engancha. Si veo el planteamiento, necesito saber quien lo hizo, no puedo evitarlo. Todos tenemos una Jessica Fletcher dentro y la mía me exige su pequeña ración de misterio diaria justo a esas horas. Los asesinatos me abren el apetito.

Además, como guionista, este programa me regala auténticas perlas que tal vez algún día pueda usar en una historia.

El problema es que hay un par de cosas que me ponen muy nervioso de este programa:

Lo primero es que tiende a ser excesivamente repetitivo. Me considero capaz de retener la información que me van dando sin necesidad de que me lo repitan continuamente, por lo que me acaba cansando cuando repiten lo mismo una y otra vez. En parte esto ocurre porque los episodios están pensados para tener un determinado número de cortes publicitarios que la emisión de la sexta no respeta. De vez en cuando, el narrador suelta una pregunta a modo de gran incógnita sin resolver (gancho o cliffhanger ), la pantalla se funde a negro una fracción de segundo (aquí es donde debería ir el corte publicitario) y vuelve con un breve resumen de lo que se ha dicho hasta ese momento para que los espectadores que empiecen a ver el programa en ese punto puedan reengancharse. Si ha habido un corte de cinco o diez minutos de por medio, este resumen está justificado. Pero viéndolo todo seguido aburre y resulta reiterativo.

Reciclar el material de otras cadenas es como ponerse la ropa de tu hermano mayor. Puede que te quede bien, que sea de tu talla y que no esté demasiado vieja, pero se va a notar.

Lo segundo que me molesta de este programa, en ocasiones consigue cabrearme y puede que acabe provocando que deje de verlo. Lo cual sería muy peligroso porque me obligaría a buscar otro modo de saciar mi sed de sangre diaria...

Se trata del modo en que este programa defiende lo que podríamos llamar los ideales conservadores americanos. De una forma sutil a veces y totalmente descarada otras, el programa vierte una serie de opiniones a mi modo de ver, más que cuestionables.

Los capítulos suelen arrancar presentando a los protagonistas, es decir, el muerto y su círculo más cercano. Son siempre gente rica y poderosa, por lo que aprovechan para explicar cómo consiguieron esa posición. Pues bien, fijaos en que:

Si su origen fue humilde, se remarca que logró enriquecerse con el sudor se su frente. Todo un ejemplo del sueño americano.

Si su familia ya era rica, no lo era porque sí. Sus antepasados trabajaron mucho y eran muy respetados y queridos por la comunidad.

La mayoría de las veces los malos son los otros... los pobres que dan el braguetazo, por ejemplo.

Pero si el asesino es alguien rico, lo notaréis desde el principio porque dirán de él (o ella) que era un vividor, que malgastaba el dinero, que no trabajaba, que no iba a misa...

Y si es rico y además gozaba de buena imagen, recurrirán a describir el modo en que consiguió ocultar un monstruo detrás de su fachada de hombre de bien. En este último caso se esfuerzan especialmente en demostrar que la fachada no era perfecta, siempre hubo antecedentes, siempre se les vio venir.

En definitiva, hablan mal del asesino y bien de las víctimas. Como si no fuese posible que alguien “normal” acabase matando.

Sin duda están tratando de lanzar un mensaje tranquilizador. El subtexto podría ser este: Que no cunda el pánico. Vamos a hablar de las cosas malas que pasan, pero las cosas malas tienen una razón y, si tu eres bueno, JAMÁS te pasarán a ti. El mundo es justo.

Supongo que son conscientes de lo contradictorio que supone defender la idea de que los ricos y famosos son el modelo a seguir y al mismo tiempo desvelar todo lo sucio que hay a su alrededor, asesinatos incluidos. Esto les obliga a esforzarse en defender que, a pesar de lo que pueda parecer, los buenos fueron siempre buenos y los malos siempre fueron malísimos. El dinero solo acentúa su inclinación natural por alguno de estos dos únicos derroteros.

¿Pero por qué ese empeño en dividir el mundo en buenos y malos?

Lo siento, pero el mundo no es tan simple y querer verlo de este modo lleva a engaño. La gente empeñada en verlo todo blanco o negro acaba negándose a sí misma las evidencias que prueban la existencia de grises. Y lo que es peor, a radicalizarse.

Y si no, observen como remata el presentador este capítulo (minuto 5:40 del video). Nada menos que lamentándose por el hecho de que alguien a quien condenaron a cadena perpetua acusado por asesinar a su esposa con arsénico, a pesar de las dudas más que razonables que uno de los forenses plantea, no sufriese una muerte lenta y dolorosa. Ni siquiera es una apología de la pena de muerte, es una apología del ojo por ojo y diente por diente.



P.D: He encontrado este artículo sobre Dominick Dunne. Se publicó tras su muerte en 2009 y recorre brevemente su trayectoria profesional y su vida personal, que bien podría haber protagonizado uno de sus propios episodios. Resulta... esclarecedor.

1 comentario:

  1. Mientes.
    Todos sabemos que tienes puesto Mujeres Hombres y Viceversa.

    Mor

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