Estamos en fallas. Supongo que los que vivís en Valencia ya lo habréis notado…
Para algunos es una noticia cojonuda. Llevaban un año esperando que llegase este momento, otra vez, y ahora lo están disfrutando A TOPE.
Otros, en cambio, no le encuentran la gracia por ninguna parte. Estos son los sufridores, los renegados, los que cargan con todas las molestias que conlleva vivir en una ciudad ruidosa, abarrotada e incómoda, sin sacarle ningún partido. Muchos de ellos optan por marcharse. Aprovechan el puente festivo y huyen de la ciudad en busca de tranquilidad. Pero no todos pueden permitirse ese lujo. De hecho, son muchos los que se quedan atrapados en Valencia. Este post va dirigido a todos ellos.
Las fallas convierten Valencia en una ciudad irreconocible. Una ciudad en la que todo lo que pudiese parecer normal hasta hace dos semanas ha dejado de serlo y en la que suceden cosas imposibles de comprender en cualquier otro contexto.
Esto, queridos sufridores, nos brinda una oportunidad única. No es verdad que la fiesta de las fallas sólo se puedan amar u odiar, existe una tercera vía fallera. Deja de esconderte, sal a la calle y experimenta. Pero no te esfuerces en disfrutar, porque ese es el error. Aunque parezca mentira, pasarlo bien no es lo único que se puede hacer en fallas. La paleta de sensaciones es enorme y está ahí fuera esperando a que vayas a experimentarla. De hecho, para qué engañarnos, son muchos los que buscando pasárselo bien acaban experimentando cosas muy distintas. Miedo, alivio, asco, rabia, orgullo, impotencia, desorientación, hambre, náuseas, simpatía, odio… Sensaciones únicas e inolvidables de toda clase. Pues bien, si ellos pueden, tú también. Pero marca una diferencia importante, hazlo a propósito.
-Si quieres experimentar qué se siente siendo reportero de guerra, vete a un parque. Los hay de mayor y de menor intensidad, pero en prácticamente cualquier parque de la ciudad a prácticamente cualquier hora del día e incluso de la noche encontrarás un buen número de niños de todas las edades quemando toneladas de pólvora en cómodas dosis llamadas petardos. Habrá momentos en los que te sientas confiado. Aunque haya detonaciones todo te parecerá controlado. Pero, cuando menos te lo esperes, se desatará una escaramuza y tendrás la sensación exacta a la que se siente al quedarse en medio del fuego cruzado.
Y si con eso no tienes suficiente, vete al río la nit del foc. La batalla no siempre se desata en el mismo sitio porque no es un evento oficial, pero cada año una hora antes del castillo de fuegos artificiales, un grupo de degenerados inicia una verdadera batalla campal lanzándose petardos de toda clase unos a otros. Si te atreves a meterte ahí en medio, probablemente salgas con quemaduras de segundo grado, pero después de eso podrás mirar a Arturo Perez Reverte a los ojos, como un compañero.
-Si quieres experimentar qué se siente al ser aplaudido por una multitud entregada, ve a la ofrenda de flores. Hay que conseguir estar lo suficientemente cerca y elegir bien el momento pero, si se hace bien, la experiencia puede ser única. Basta con gritar: “Visca la mare de Déu!” a pleno pulmón. Esa expresión despertará una reacción de júbilo inmediata en el público. Aplaudirán y gritarán como si acabases de soltar el mejor discurso de la historia. Pero si por alguna extraña razón no bastase con la primera frase, o si quisieras experimentar más a fondo esa sensación, siempre puedes añadir: “Visca la fallera major!”. Es probable que con esto consigas incluso provocar el llanto emocionado del respetable o que alguien quiera abrazarte. Disfrútalo.
-Si quieres experimentar qué se siente al llegar al mismo límite de tus fuerzas, trabaja como camarero. Como hay muchos, parece que cualquiera podría hacerlo, pero no es así. Ser camarero en fallas supone enfrentarse a un trabajo de alto riesgo que puede acabar física y mentalmente prácticamente con cualquiera. ¿Quieres vivir una experiencia límite? Pues coge una bandeja, un bloc de notas y no pares de servir mesas hasta que pase la marabunta.
-Si quieres experimentar qué se siente viajando en el metro de Tokyo en hora punta, viaja en metro en Valencia a las 13:30 en dirección a Colón o Xàtiva. La única diferencia es que puede que te encuentres una banda de música o una charanga tocando dentro del vagón, pero la proporción de seres humanos por metro cuadrado viene a ser la misma.
-Si quieres experimentar una sensación de alegría indescriptible, encuentra una plaza de aparcamiento en Ruzafa. Atreverse a hacer esto es arriesgado porque podría darse el caso de que, después de varios días al volante, tuvieses que aceptar la derrota. Pero si lo consigues, experimentarás la sensación de victoria y alegría más intensa de toda tu vida.
No importa si te conoces el barrio de Ruzafa como la palma de la mano o si no has estado allí en toda tu vida. Con la cantidad de calles cortadas por fallas, carpas, desfiles, charangas y mil razones indeterminadas más, saber si se puede girar a la derecha o no en el próximo cruce será un misterio seas quien seas.
Un consejo, lleva comida y agua para varios días en el coche y llena el depósito antes de empezar este reto. Buena suerte.
-Si quieres experimentar qué se siente al no poder dormir en una semana, alquila una habitación justo encima de un casal fallero. Si tienes la suerte de vivir encima de uno, enhorabuena, ya sabes de lo que te hablo. Los casales falleros son algo así como una discoteca no insonorizada donde se organizan verbenas cada noche hasta las tantas, despertás a primera hora de la mañana, paellas a medio día y charlas animadas en grupo y a pleno grito durante las 24 horas del día. Además, por supuesto, todo esto acompañado por un repiqueteo constante de explosiones pirotécnicas.
Habitar encima de algo así durante una semana, quince días en las fallas más animadas, supone enfrentarse al insomnio absoluto. A medida que pasen los días notarás que dejas de saber cuando es de día y cuando es de noche. Cuando logres echar una cabezada te despertarás sobresaltado por un petardo creyendo haber conseguido dormir una o dos horas seguidas, pero al comprobar el reloj descubrirás desesperado que no han pasado ni diez minutos desde la última vez que miraste la hora. Sobrevivir a algo así supone enfrentarse a una experiencia capaz de provocar que confundas realidad y ficción, sueño y vigilia, falleros y demonios.
En tus momentos de mayor debilidad, te preguntarás cómo es posible que los falleros puedan aguantar ese ritmo infernal y tú no. Ten cuidado, en esos momentos tu mente estará tan al límite que tratará de engañarte ofreciéndote una explicación muy sencilla que lo explica todo, los falleros no son humanos. Esta conclusión falaz, aunque poderosamente convincente, puede llegar a despertar en ti un impulso homicida irracional e irrefrenable. Si llegas a ese extremo, enhorabuena, estás viviendo la experiencia al límite, pero será mejor que pidas que te aten antes de que cometas alguna locura.
-Si quieres experimentar qué se siente al ser el blanco de ese impulso homicida irracional e irrefrenable, descalifica una falla delante de su presidente. Es arriesgado, pero como experiencia es impagable. Elije una falla, la que sea, pregunta por el presidente, seguramente no estará muy lejos de allí, y cuando aparezca dile: “Vaya mierda de falla”. Da igual lo que responda, si como única réplica te limitas a repetir la frase en cuestión tantas veces como sea necesario, antes o después, podrás ver en sus ojos ese impulso homicida irracional e irrefrenable. Vivir algo así supone ver el mal encarnado, supone experimentar en primera persona qué siente una gacela ante un león hambriento, supone comprender de una vez y para siempre qué se siente justo un segundo antes de fenecer.
Un consejo, a menos que también quieras experimentar qué se siente al recibir una paliza, huye nada mas veas esa expresión en sus ojos.
-Si quieres experimentar qué se siente al estar desnudo ante centenares de personas, ve a una mascletà. Si quieres experimentar algo así es que eres algo rarito, también te lo digo, pero eh! estamos en fallas, si eres rarito aquí te sentirás como en casa.
La operación es muy sencilla. Ve a una mascletà y colócate en medio de la plaza del Ayuntamiento. A falta de una hora de que empiece ya lo irás notando, pero cuando falten unos veinte minutos la oportunidad se hará evidente. La plaza se llena tanto de gente, pero tanto, que acaban todos unos encima de otros formando una auténtica marea humana. Es en ese momento cuando podrás bajarte los pantalones, o la falda o lo que lleves puesto hasta los tobillos sin que nadie se de ni cuenta.
Lo único que podrá verse de ti durante todo ese tiempo será la cabeza. Ni el que está pegado a ti respirándote en el cogote, ni Rita Barberá desde el balcón del Ayuntamiento podrán ver nada más de ti por mucho que se esfuercen. Por lo que tú podrás estar allí, en medio de toda esa gente, en pelotas y sin que nadie se de cuenta. Disfruta, degenerad@.
-Si quieres experimentar qué siente un salmón al remontar un río, sal de una mascletà en dirección contraria. Aunque esta experiencia y la anterior tengan lugar en el mismo sitio a la misma hora, lo siento, no podrás realizarlas ambas el mismo día. Por suerte, se celebran mascletàs todos los días desde el día 1 hasta el día 19 de marzo, por lo que tienes muchas oportunidades de intentar cualquiera de las dos experiencias.
Para sentirte como un salmón, lo que tienes que hacer es ver la mascletà desde cualquiera de las calles adyacentes a la plaza del Ayuntamiento. Espera a que termine y justo en ese momento, mientras que todo el mundo aplaude, empieza a andar, o mejor dicho, empieza a intentar andar en dirección al Ayuntamiento. La cantidad de gente que anda en dirección contraria es tal que tratar de hacerlo te será prácticamente imposible. Pero con esfuerzo y práctica aprenderás las técnicas necesarias para conseguirlo. De hecho, si repites la experiencia varias veces, notarás que cada vez te sale mejor y, con el tiempo, puede que consigas fluir a contracorriente tal y como lo hacen los salmones río arriba. Cronométrate y trata de superar tus marcas. Quien sabe, puede que esto algún día se convierta en deporte olímpico.
-Si quieres experimentar qué se siente al consolar alguien totalmente hundido, pégate a una fallera mayor mientras se quema su falla. Esta es de las difíciles porque primero hay que ganarse su confianza, pero si se consigue, vivirás una experiencia similar a la que deben vivir los primeros bomberos que llegan al escenario natural.
Pero si con esto no tienes suficiente, repite la operación año tras año hasta que un año la lluvia impida que la falla se queme. Ese año verás la desesperación en estado puro.
-Sí quieres experimentar donde está tu límite de ingesta de alimentos, compra buñuelos. Advertencia, esta es probablemente la experiencia más peligrosa de todas. Sal a la calle con dos o trescientos euros en el bolsillo y márcate un destino. Si es tu primera vez, te recomiendo que no te marques un destino muy lejano, cuatro o cinco calles más allá será suficiente. El reto consiste en lo siguiente: Cada vez que veas una churrería o puesto ambulante, acércate y compra media docena de buñuelos. Después de comértelo, reemprende la marcha. Hay tal cantidad de churrerías en las calles de Valencia durante estos días que la cifra de buñuelos ingeridos puede alcanzar cifras con varios ceros en pocos metros. Vomitar se considera trampa, pero tranquilo, si lo haces en plena calle no creo que nadie se sorprenda. Estamos en fallas.
Esta es sólo una breve selección de las infinitas experiencias que las fallas pueden ofrecerte. No te quedes en casa (a menos que vivas justo encima de un casal fallero). Sal a la calle, experimenta, inventa tus propias experiencias, supera tus propios retos. Y recuerda, no es necesario pasarlo bien, lo importante es vivir las fallas A TOPE.
Si eres guionista seguro que sabrás apreciar toda esta paleta de sensaciones que Valencia es capaz de ofrecerte en estos días mágicos. Está bien ser capaz de imaginar qué se siente en tal o cual situación, pero no hay nada como vivir las sensaciones en propia piel. Deja de quejarte del ruido, asume que no vas a escribir nada decente hasta que no acaben las fallas y sal a la calle a aprovechar el tiempo. La próxima vez que escribas una historia seguro que podrás echar mano de tus recuerdos falleros.
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