26 feb 2013

Riámonos todos


RajoyTV
¿Soy yo o Mariano se rió de mí el otro día? ¿Sí no? Me costó un poco darme cuenta porque, claro, tuve que verlo a través de una tele que estaba dentro de mi tele y eso, de tan absurdo, me despistó. Pero al tercer “es falso”, de repente, me di cuenta. Mariano se estaba descojonando en mi cara.
Igual pensáis que exagero, que me lo invento, que son cosas mías, que no debería tomármelo como algo personal. Pero no puedo evitarlo. Es más, siento tener que ser yo el que os lo diga, pero creo que Mariano no sólo se rió de mí. Llamadme loco, pero creo que también se rió de vosotros. De todos.
Reírse no es malo, al contrario, es muy sano. Saber afrontar la vida con humor es síntoma de inteligencia. Pero cuando es de ti de quien se ríen, la cosa cambia.
A veces lo mejor es dejarlo pasar, entre amigos es normal. Hoy se ríen de mi, mañana nos reímos de él y pasado quedamos a tomar unas cañas. Pero cuando el que recibe eres siempre tú, es que te has convertido en el tonto del grupo. Y cuando eso pasa, lo mejor que puedes hacer es replantearte si esa gente son realmente amigos tuyos.
¿Es Mariano amigo mío? No quiero responder esta pregunta a la ligera. Los buenos amigos no abundan y hay que cuidarlos. No seré yo quien rompa una amistad por una tontería. Pero si me pongo a hacer repaso de nuestra relación, me doy cuenta de que este hombre me ha dado muchos más disgustos que alegrías. De hecho, no recuerdo ninguna alegría, fíjate tú. Debe ser por eso por lo que noto cómo me sube el cabreo por momentos. Alguien que ni siquiera es amigo mío se está riendo de mí.
Llegados a este punto, sólo hay dos cosas que yo pueda hacer. Retirarle la palabra a Mariano o contraatacar riéndome de él.
¿De verdad me vais a hacer explicar qué opción prefiero? Soy muy de la broma, ya lo sabéis, ¿cómo iba a ignorar una provocación de ese calibre? Si Mariano no me toma en serio, si Mariano se ríe de mí, riámonos todos.
Es más, creo que esto de cachondearme de Mariano es casi una obligación.
Yo no soy periodista, mi trabajo no consiste en investigar e informar sobre casos de corrupción. Tampoco soy juez, mi trabajo no consiste en juzgar a los criminales. Soy guionista, mi trabajo consiste en entretener y hacer pensar a la gente. Y para eso, el humor es una de las mejores herramientas de las que dispongo.
Visto así puede parecer que nuestra función, la de los guionistas, es poco relevante. Pero os equivocáis. Nuestra profesión, en esencia, consiste en hablar a la gente. Ya sea a través de un actor, de una pantalla o de un texto escrito, nuestras palabras llegan a la gente. Nuestro trabajo influye y mucho en la opinión pública. Esto lo sabe muy bien Mariano, por eso no deja trabajar a cualquiera en TVE (la E es de España).
Pues bien, creo que tal y como están las cosas ahora mismo, los guionistas tenemos una responsabilidad. Espero que los periodistas y los jueces hagan su trabajo, pero no voy a quedarme de brazos cruzados esperando a ver si lo hacen o no, voy a empujar para que así sea.
Me comprometo aquí y ahora a escribir tantos textos como sea capaz, en todos los formatos que se me ocurran, para tratar de evitar que la opinión pública olvide la gravedad de lo que está pasando. Esa será mi contribución. Ese debería ser el objetivo de todos.
Hagamos que la presión sea insoportable. Aseguremonos de que se llega hasta el final de cada asunto porque la exigencia se convierta en un clamor en la calle. Consigamos que todo aquel que se haya estado riendo de nosotros se sienta ridículo, que sienta vergüenza de sí mismo, que descubra que, en realidad, el tonto del grupo siempre ha sido él.
No creo en la justicia divina. Es una pena, la verdad, porque lo de que el mundo es justo y siempre acaba poniendo a cada uno en su lugar es una idea hermosa. Me atrevería a decir incluso que es una idea bonita que te cagas. Pero no me lo trago, qué quieres que te diga. Estoy convencido de que hay mucho cabrón que acaba muriendo plácidamente de viejo, rodeado de lujos, sin ni siquiera sentirse culpable. Y después nada, ni San Pedro lo envía al infierno, ni resucita convertido en babosa. Si un cabrón no recibe su merecido en esta vida, ha ganado.
Por eso soy de la opinión de que, para ciertas cosas, es mejor no confiar en el destino y tomar cartas en el asunto.
Este país necesita cambios urgentes. Pregúntate qué puedes hacer tú para empujar en la dirección correcta y hazlo. Lo sano es protestar. Lo cuerdo es indignarse. Lo sensato es exigir cambios. Busca tu propio modo de hacerlo y hazlo. No permitas que nadie más se ria de ti. Riámonos todos.

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