6 oct 2011

Se me escapa


A veces ocurren cosas que, por más que te esfuerces, no eres capaz de comprender. El mundo se empeña en ser un lugar extraño, incoherente e ininteligible, capaz de endosarte por la espalda y a traición los giros más inesperados.
Es duro asumir la fatalidad, lo azaroso de nuestros destinos, lo lejos que estamos de tener algún control real sobre nuestras propias vidas. Por eso tratamos de personalizar, de buscar culpables, para poder tener a alguien a quien culpar de nuestras desgracias y a quien odiar por lo mal que nos va todo. Eso relaja mucho. Un buen insulto a la tele o al periódico nos hace sentir mucho mejor durante al menos unas décimas de segundo, el mejor momento del día.
El problema llega cuando te das cuenta de que tus exabruptos acaban yendo siempre dirigidos en la misma dirección. Es entonces cuando tus fuerzas flaquean hasta el punto de hacer tambalear tus más firmes convicciones en el caos del universo y empiezas a dejarte llevar por tus ganas irrefrenables de encontrar un verdadero culpable, un malo de la película que lo es porque sí y al que hay que vencer a toda costa para evitar el fin del mundo.
Por desgracia, esta es una de esas semanas en las que los malos de película parecen más reales que nunca. Dos noticias han coincidido en el tiempo de tal modo que resulta realmente complicado no relacionarlas de algún modo, llegando a considerar a una la consecuencia directa de la otra.
La primera noticia es que el magnate de la Fórmula 1, Bernie Ecclestone, y el presidente de la Generalitat Valenciana, Alberto Fabra, ya se conocen. El nacimiento de esta bonita amistad no es otra cosa que un gesto más que evidencia la determinación de la Generalitat y del Ayuntamiento de Valencia de mantener el Gran Premio de F1 de Valencia hasta 2014.
La segunda triste noticia es que el equipo de “Bon dia, bonica”, una teleserie diaria producida por TVV, se ha quedado en el paro por la decisión de la cadena de no renovar una temporada más.


¿Coincidencia?
Podríamos hablar de dinero, de la cantidad de capítulos de “Bon dia, bonica” que podrían hacerse con 17 millones de euros, por ejemplo. Cantidad que coincide, mira tú por donde, con el coste del canon anual que la Generalitat tiene que pagar a Ecclestone cada año por albergar el Gran Premio. O, millón arriba millón abajo, con la cantidad que RTVV desembolsa cada año a La Sexta en concepto de derechos de emisión de la F1.
Pero también podríamos hablar de audiencia, de la buena audiencia de “Bon dia, bonica” varios puntos por encima de la media de la cadena como decía en esta nota de prensa por la propia cadena. Y de la más que cuestionable audiencia de la F1 incluso en sus mejores días.
Entonces... ¿a qué viene esta decisión de mantener la F1 y cancelar “Bon dia, bonica"? Por más que lo intente no encuentro explicación que justifique esta decisión desde un punto de vista empresarial de la cadena. Objetivamente, a Canal 9 le conviene mucho más tener un programa diario que genere una audiencia por encima de su media que un programa que se emite cada dos semanas en el mejor de los casos y que no siempre consigue buenos resultados de audiencia. Si a ello le sumamos que el segundo es tremandamente más caro de producir que el primero... ¿donde está el truco?
La única explicación que se me ocurre es que Canal 9 no decide lo que quiere hacer. Sencillamente la cadena no puede dejar de emitir la F1 si hay un Gran Premio en Valencia. No puede porque no se lo permiten. A nadie se le escapa que la cadena se ha convertido desde hace tiempo en algo parecido a un gabinete de prensa de la Generalitat y que su principal objetivo es reforzar la imagen de esta, o mejor dicho, del partido que la gobierna. Política, siempre la política.
Un grupo de dirigentes políticos ha decidido que quieren tener aquí todos los grandes eventos que puedan conseguir, cuenten lo que cuesten. Volvo Ocean Race, America's Cup, Copa Davis, Global Champion Tour, F1... El coste y el retorno real de la inversión de toda esta serie de eventos se desconoce porque hacer públicas sus cuentas no forma parte precisamente de las costumbres de la administración valenciana y también porque en el concepto de retorno se han de incluir conceptos difícilmente cuentificables como la imagen de Valencia en el extranjero o la predisposición de los turistas a viajar a la la comunidad. Pero independientemente de que el balance sea positivo o no, la decisión es firme, la están manteniendo hasta las últimas concecuencias y RTVV irá con ellos hasta el final.
No alcanzo a entender por qué tanto empeño. De un tiempo a esta parte la Comunidad Valencia parece uno de esos tipos que se compran un Ferrari y después no pueden pagar la gasolina. Vivimos por encima de nuestras posibilidades gastando en lujos cuando no tenemos para lo más básico. Famosas son ya las declaraciones de Rita Barberá afirmando no entender la ansiedad de las compañías eléctricas a la hora de cobrar sus facturas y considerando poco justo que estuviesen amenazando y cortando la luz a las instituciones públicas.
Pero a pesar de todo, me niego a creer que existan malos de verdad, malos en sí, malos sin matices. Probablemente no sea así. Serà, imagino, que no saben lo que hacen. No quiero permitirme el lujo de creer que ese grupo de políticos empeñados en convertir Valencia en un parque de atracciones sea algo así como una liga del mal. En realidad debe ser gente que actua por convicción, que cree en lo que hace. Es más, puede incluso que crean en lo que dicen y que se consideren honrados y benefactores. No son malos, sencillamente han perdido el norte.
Si pudiese hablar con ellos un momento sobre lo que están haciendo con la RTVV, les diría algo muy sencillo: Esto es una empresa pública, una radio y una televisión autonómicas, vuestro objetivo es generar contenidos que interesen a la gente de la Comunidad y convertir el ente en un motor de la industria audiovisual. ¿Qué estáis haciendo?

Pero puede que no quieran oirme. Puede que no les interese mi discurso porque ya decidieron hace mucho que la cultura, la industria audiovisual valenciana y la libertad de expresión no les interesaban. Puede, espero que no, pero eso ya se me escapa.