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11 oct 2013

¿Para qué sirve una televisión autonómica?


Que a estas alturas nos sigamos haciendo esta pregunta es síntoma inequívoco de que algo estamos haciendo mal. Pero nos la seguimos haciendo.
Es más, algunos incluso creen tener clara la respuesta: “Para nada, es tirar el dinero.” Y lo vociferan a los cuatro vientos como si tuviesen algún tipo de interés en que la opinión pública compartiese su opinión...
Tratar de convencer a alguien de lo contrario, y más hoy en día con la que está cayendo, es inútil. La televisión pública no ha de defenderse con argumentos, ha de hacerlo por sí misma ofreciendo contenidos de calidad que consigan que la gente la sienta como propia y la defienda. Es obvio que eso no se ha conseguido en la mayoría de los casos y por eso estamos como estamos.
Pero una cosa es que los espectadores, los contribuyentes, no sepan responder a esa pregunta y otra cosa muy distinta es que no lo hagan los dirigentes de las cadenas.
¿Estoy insinuando que algunos no sabrían hacerlo? No, todo lo contrario, estoy seguro de que saben. Teniendo en cuenta el perfil político de la mayoría de ellos, responder preguntas e intentar quedar bien es prácticamente lo único que saben hacer. Lo que estoy diciendo es que a la luz de las decisiones que han ido tomando, resulta obvio que ellos mismos no se toman en serio sus propias respuestas. Si hiciesen lo que dicen, estaríamos orgullosos de nuestras televisiones. Pero no es así, ni de lejos.
Por poner un ejemplo concreto, viendo lo que ha pasado en RTVV los últimos años, resulta obvio que sus sucesivos directores y directoras o bien mentían descaradamente al aceptar el cargo bajo el compromiso de cumplir la ley de creación y regulación de la cadena porque no tenían ninguna intención de hacerlo, o bien fueron incapaces de conseguirlo por incompetentes, por desidia, o por una más que manifiesta connivencia con un partido político que ya hace años que decidió robar la cadena a los valencianos y apropiársela, convirtiéndola en una delegación más de su aparato político de propaganda.
Todo esto es lamentable, absurdo y triste a partes iguales. La trayectoria de RTVV ha conseguido incluso que compañeros de profesión, gente bien informada, que conoce el sector desde dentro y de quienes además no se puede poner en duda su pasión por este oficio, hayan llegado a manifestar públicamente que lo mejor que puede pasar es que echen el cierre. Hasta ese extremo hemos llegado. Este, sin duda, es otro síntoma de enfermedad grave. Si las televisiones autonómicas pierden el apoyo del sector audiovisual profesional, están destinadas a desaparecer más pronto que tarde.
Lamentablemente, estoy seguro de que habrá quien se alegre de esto. Hay muchos intereses puestos en esa dirección y además provenientes de despachos en edificios muy distintos.
Supongo que es desde esos mismos despachos de donde ha salido el proyecto al que paradójicamente llaman “El faro”. La única explicación que se me ocurre es que este proyecto haya sido diseñado como una especie de caballo de Troya con la intención de reventar las televisiones autonómicas desde dentro. Porque pretender que en las televisiones autonómicas quepa un proyecto como este, que deliberadamente obvia cualquier referencia a la identidad cultural especifica de cada una de las distintas comunidades en las que se va a emitir, supone saltarse a la torera todos los valores y principios que justifican la existencia de las televisiones autonómicas. Y si a eso además le añadimos que las condiciones laborales en cuanto a sueldos y tiempos de producción con las que se pretende llevar a cabo son sencillamente absurdas, lo que tenemos entre manos es exactamente lo contrario a un faro. Si los faros indican el camino seguro a buen puerto, este conduce a un naufragio seguro.
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No digo que vaya a ser una mala serie. Estoy seguro de que los profesionales que han aceptado participar en ella se esforzarán, a pesar de todo, para tratar de conseguir unos mínimos de calidad. El problema no es ese. El problema es que un proyecto así jamás debería haberse gestado en el seno de la FORTA porque crea un precedente que, si se convierte en norma, acabará con las razones que justifican la existencia de las televisiones autonómicas.
La producción de El Faro evidencia que las televisiones autonómicas, y no sólo RTVV, han perdido el norte.
Personalmente, me decepciona especialmente que TV3 participe en este proyecto. La televisión catalana ha sido desde siempre un referente, una prueba de que las cosas se podían hacer bien. La lista de series y programas de calidad de la cadena es larguísima, pero lo más importante es que todas estas producciones se levantaron siempre teniendo en cuenta los principios que deben regir una televisión pública autonómica. Son productos hechos en catalán, desde Cataluña y para los catalanes. Y además han conseguido uno tras otro toda una serie de éxitos de audiencia. A los catalanes les gusta su televisión, están orgullosos de ella y la sintonizan porque quieren ver lo que les ofrece.
¿Cómo encaja El Faro en todo esto? ¿Va a emitir TV3 una serie producida en Galicia, rodada en castellano y sin ninguna referencia a la cultura catalana? ¿De verdad no ha encontrado ningún otro proyecto mejor en el que invertir los 400.000€ que parece ser que ha quemado con esto? ¿Van a invertir todavía más dinero para doblarla al catalán? ¿Han decidido abandonar todo lo que les define y empezar a emitir cualquier cosa o se trata de algún tipo de pago de favor? ¿Acabarán emitiendo la serie a horas intempestivas, rellenando parrilla, para justificar el gasto pero sin exigir ni esperar que El Faro les rinda lo que siempre se espera de una serie diaria?
Lluís Alcarazo ha escrito un artículo que firman también nada menos que Josep Maria Benet i Jornet i Rodolf Sirera. Estos tres señores son, probablemente, los tres guionistas que más han aportado a TV3. Llevan treinta años escribiendo para la cadena y se sienten decepcionados. Luís afirma tener la sensación de que la cadena no ha aprendido nada después de estos treinta años. Se dice pronto.
Ojalá los guionistas valencianos pudiésemos sentirnos tan decepcionados con RTVV por el hecho de que participe en El Faro. Pero lamentablemente no es así. La cadena nos ha decepcionado tantas veces que parece que ya no puede decepcionarnos más, porque muchos ya no esperan nada de ella.
Pero aún así, en una mala imitación de Sísifo, los guionistas seguimos reuniéndonos con ellos básicamente para pedirles que hagan su trabajo. ¿Estamos perdiendo el tiempo? Puede, pero la puñetera piedra quedaría tan bonita en lo alto de la montaña...
Termino el artículo sin haber respondido a la pregunta que lo provocó. ¿Para qué sirven las televisiones autonómicas? Quien quiera saberlo que se lea la ley de creación y regulación de cualquiera de ellas. Aquí la de RTVV. Encontrará una larga lista de buenas razones. Lástima que las propias televisiones tengan por costumbre usar la ley como papel higiénico.

26 feb 2013

Riámonos todos


RajoyTV
¿Soy yo o Mariano se rió de mí el otro día? ¿Sí no? Me costó un poco darme cuenta porque, claro, tuve que verlo a través de una tele que estaba dentro de mi tele y eso, de tan absurdo, me despistó. Pero al tercer “es falso”, de repente, me di cuenta. Mariano se estaba descojonando en mi cara.
Igual pensáis que exagero, que me lo invento, que son cosas mías, que no debería tomármelo como algo personal. Pero no puedo evitarlo. Es más, siento tener que ser yo el que os lo diga, pero creo que Mariano no sólo se rió de mí. Llamadme loco, pero creo que también se rió de vosotros. De todos.
Reírse no es malo, al contrario, es muy sano. Saber afrontar la vida con humor es síntoma de inteligencia. Pero cuando es de ti de quien se ríen, la cosa cambia.
A veces lo mejor es dejarlo pasar, entre amigos es normal. Hoy se ríen de mi, mañana nos reímos de él y pasado quedamos a tomar unas cañas. Pero cuando el que recibe eres siempre tú, es que te has convertido en el tonto del grupo. Y cuando eso pasa, lo mejor que puedes hacer es replantearte si esa gente son realmente amigos tuyos.
¿Es Mariano amigo mío? No quiero responder esta pregunta a la ligera. Los buenos amigos no abundan y hay que cuidarlos. No seré yo quien rompa una amistad por una tontería. Pero si me pongo a hacer repaso de nuestra relación, me doy cuenta de que este hombre me ha dado muchos más disgustos que alegrías. De hecho, no recuerdo ninguna alegría, fíjate tú. Debe ser por eso por lo que noto cómo me sube el cabreo por momentos. Alguien que ni siquiera es amigo mío se está riendo de mí.
Llegados a este punto, sólo hay dos cosas que yo pueda hacer. Retirarle la palabra a Mariano o contraatacar riéndome de él.
¿De verdad me vais a hacer explicar qué opción prefiero? Soy muy de la broma, ya lo sabéis, ¿cómo iba a ignorar una provocación de ese calibre? Si Mariano no me toma en serio, si Mariano se ríe de mí, riámonos todos.
Es más, creo que esto de cachondearme de Mariano es casi una obligación.
Yo no soy periodista, mi trabajo no consiste en investigar e informar sobre casos de corrupción. Tampoco soy juez, mi trabajo no consiste en juzgar a los criminales. Soy guionista, mi trabajo consiste en entretener y hacer pensar a la gente. Y para eso, el humor es una de las mejores herramientas de las que dispongo.
Visto así puede parecer que nuestra función, la de los guionistas, es poco relevante. Pero os equivocáis. Nuestra profesión, en esencia, consiste en hablar a la gente. Ya sea a través de un actor, de una pantalla o de un texto escrito, nuestras palabras llegan a la gente. Nuestro trabajo influye y mucho en la opinión pública. Esto lo sabe muy bien Mariano, por eso no deja trabajar a cualquiera en TVE (la E es de España).
Pues bien, creo que tal y como están las cosas ahora mismo, los guionistas tenemos una responsabilidad. Espero que los periodistas y los jueces hagan su trabajo, pero no voy a quedarme de brazos cruzados esperando a ver si lo hacen o no, voy a empujar para que así sea.
Me comprometo aquí y ahora a escribir tantos textos como sea capaz, en todos los formatos que se me ocurran, para tratar de evitar que la opinión pública olvide la gravedad de lo que está pasando. Esa será mi contribución. Ese debería ser el objetivo de todos.
Hagamos que la presión sea insoportable. Aseguremonos de que se llega hasta el final de cada asunto porque la exigencia se convierta en un clamor en la calle. Consigamos que todo aquel que se haya estado riendo de nosotros se sienta ridículo, que sienta vergüenza de sí mismo, que descubra que, en realidad, el tonto del grupo siempre ha sido él.
No creo en la justicia divina. Es una pena, la verdad, porque lo de que el mundo es justo y siempre acaba poniendo a cada uno en su lugar es una idea hermosa. Me atrevería a decir incluso que es una idea bonita que te cagas. Pero no me lo trago, qué quieres que te diga. Estoy convencido de que hay mucho cabrón que acaba muriendo plácidamente de viejo, rodeado de lujos, sin ni siquiera sentirse culpable. Y después nada, ni San Pedro lo envía al infierno, ni resucita convertido en babosa. Si un cabrón no recibe su merecido en esta vida, ha ganado.
Por eso soy de la opinión de que, para ciertas cosas, es mejor no confiar en el destino y tomar cartas en el asunto.
Este país necesita cambios urgentes. Pregúntate qué puedes hacer tú para empujar en la dirección correcta y hazlo. Lo sano es protestar. Lo cuerdo es indignarse. Lo sensato es exigir cambios. Busca tu propio modo de hacerlo y hazlo. No permitas que nadie más se ria de ti. Riámonos todos.

1 feb 2013

Cuando la realidad plagió a la ficción


Este artículo sigue la misma línea que una de las clases del curso de Mensajes ocultos del lenguaje audiovisual que estoy impartiendo. Para explicar esto utilicé dos horas en las que mi exposición se intercaló con el debate con los alumnos y el visionado de fragmentos de un documental. Leyendo este el post os parecerá mentira, pero la clase fue divertida.
Hoy en día todos somos espectadores, consumimos ficción televisiva y cinematográfica a diario, por lo que todos, incluso los que no saben qué es eso, conocen multitud de tramas arquetípicas.
Una trama arquetípica no es otra cosa que una linea argumental que se ha repetido muchas veces a lo largo de la historia y que se ha convertido en un modelo. Cuando una de esas tramas se inicia todo el mundo sabe a qué atenerse porque tiene referentes.
Pero esto no sólo ocurre en la ficción, en la vida diaria también. Las tramas arquetípicas son usadas continuamente por los medios de comunicación que supuestamente venden verdad porque contar las cosas siguiendo estos modelos ayuda a hacer inteligible la realidad.
Pero a veces incluso ya no se trata sólo de una forma de contar lo que ocurre, sino que se da un paso más y se hace lo que sea necesario para que la realidad se ajuste al arquetipo.
Como ejemplo, veremos qué ocurrió en los medios de comunicación a partir del momento en que un par de aviones chocaron contra las torres gemelas el 11 de septiembre de 2001.
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El atentado de las torres gemelas fue ideado a la medida de la televisión. Se emitió en directo a todo el mundo ofreciendo un espectáculo que recordaba enormemente a una larga lista de películas apocalípticas que habían elegido Manhattan como escenario emblemático ideal para representar la destrucción en estado puro. A través de la gran pantalla ya habíamos visto antes cómo Manhattan era arrasado por olas gigantes, por fragmentos de meteorito e incluso por rayos de naves extraterrestres. El cine ha imaginado mil y una formas de destruir esa isla. Por eso no es de extrañar que aquel día los informativos, envenenados ya hace años por la necesidad de conseguir audiencia, aprovechasen al máximo la espectacularidad de la noticia.
Los ejemplos con los que el imaginario colectivo contaba para medir aquello eran cinematográficos y eso, en muchos casos, provocó que el sentido del espectáculo se sobrepusiese a la sensibilidad y la objetividad. Teníamos la sensación de estar viviendo una película y por eso no fuimos capaces de entender realmente la dimensión de lo que estaba pasando hasta días después.
Fue entonces cuando llegó la reflexión y la gran pregunta: ¿Cómo es posible que alguien haga esto? Y, como era de esperar, las respuestas simplistas se impusieron.
Al mismo tiempo que nacían con fuerza multitud de historias que animaban a recuperar la fe en la humanidad, sobre todo historias de bomberos y policías que corrieron en dirección contraria a todo el mundo aquel día, aparecía la figura del terrorista islámico como la explicación de todo.
Aquel atentado era el final de una larga historia. Un grupo de terroristas suicidas se había estado instruyendo para perpetrarlo y detrás de ellos, posibilitando toda la infraestructura necesaria, aparecía la figura del MALO por excelencia, Osama Bin Laden.
Ese personaje encajaba a la perfección con el arquetipo de malo de película. Un millonario excéntrico con un odio visceral hacia la humanidad.
Personalmente dudo mucho que en el mundo real haya existido alguna vez a lo largo de la historia de la humanidad alguien así. Los malos sin matices sólo existen en la ficción, más concretamente en la ficción mal hecha. Si Osama hizo lo que dicen que hizo no fue porque sí, sus motivos tendría y muy probablemente serían comprensibles para cualquiera de nosotros desde un punto de vista sentimental (ver la primera temporada de Homeland, por ejemplo, puede ayudar). Y si Estados Unidos fue el objetivo elegido, lo sano y lo inteligente habría sido pararse a pensar por qué. Hubo quien lo hizo, pero fue una corriente minoritaria. Los grandes medios de comunicación se emplearon a fondo en crear la falsa idea de que el 11S era responsabilidad en exclusiva de un loco que actuaba empujado por un odio irracional. Era importante difundir el mensaje: Nosotros no hemos hecho nada malo, sencillamente hay gente malvada en el mundo.
Las imágenes de los cadáveres se eliminaron de la televisión y la imagen de las torres gemelas desapareció del cine. Se borraron de películas que todavía no se habían estrenado, se reescribió a toda prisa el guión de algunas que todavía no se habían rodado e incluso se retrasó durante meses el estreno de alguna otra. En definitiva, se hizo todo lo que se consideró necesario para cuidar la sensibilidad del público. Y algo importantísimo para que esa sensibilidad se repusiese era recuperar la sensación de seguridad. Identificar al malo no era suficiente, había que hacer algo para reponer el equilibrio.
Muchas películas empiezan mal. Alguien mata a alguien, algo malo pasa, una amenaza surge… esto es lo que lleva a los protagonistas a actuar. Durante todo el segundo acto los personajes avanzan en esa dirección sin desfallecer a pesar de las dificultades y en el tercero se lleva a cabo la consecución de su plan con gran éxito.
Este tipo de trama arquetípica provoca gran satisfacción y sensación de seguridad en el espectador. El mensaje que transmiten es: Da igual lo que nos amenace, siempre encontraremos la forma de combatirlo. Por lo que era un esquema que encajaba a la perfección con lo que Estados Unidos y la civilización occidental en general necesitaba en ese momento.
Para reproducir ese patrón en el mundo real lo primero que había que hacer era marcar un objetivo. Osama Bin Laden funcionaba bien como enemigo a batir, pero no se le puede hacer la guerra a una organización terrorista. Al menos no el tipo de guerra que se necesitaba. Por eso se atacó Afganistán e Irak, para escenificar la guerra al terrorismo.
Esta guerra se luchó en dos bandos, en el frente y en los medios de comunicación. Y en lo que a lo segundo se refiere, la guerra se ganó el día que el ejército americano consiguió derrocar la estatua de Sadam Hussein en la plaza Firdos de Bagdad.
A STATUE OF PRESIDENT SADDAM HUSSEIN FALLS IN CENTRAL BAGHDAD
Fue una imagen buscada, preparada y cuidada. Simbolizaba la victoria, era el final feliz que la película necesitaba. Desde un punto de vista argumental la guerra había terminado.
Lo que en un primer momento parecía el final de una historia en la que los terroristas habían ganado, se había convertido en el principio, en el detonante de otra historia con un final y un mensaje completamente distinto: Los buenos siempre ganan y los buenos somos nosotros.
No imagino a George W. Bush frente a una mesa repleta de señores con galones cosidos a sus americanas gritando algo así como: ¡¡Necesitamos un punto de giro y un final en alto para la guerra!! Pero obviamente los medios de comunicación afines a él sí debieron utilizar estos términos u otros parecidos.
Vivimos en un mundo en el que lo real y lo verosímil se confunden intencionadamente. No dejarse llevar por la versión de los hechos que nos ofrecen sin más, es la obligación de cada uno. Seamos espectadores con sentido crítico.

14 dic 2012

Mensajes ocultos del lenguaje audiovisual


Si tuvisteis la suerte de estudiar filosofía en el instituto, aunque sólo fuese un año, seguramente recordaréis el mito de la caverna de Platón. En él, se describe a unos prisioneros que viven encadenados de tal forma que únicamente pueden mirar hacia una pared donde se proyectan las sombras de unos objetos manipuladas por unos hombres que Platón identificó con los sofistas de su época.
Esta alegoría sigue plenamente vigente, solo que los prisioneros ahora son espectadores, las sombras pantallas y los manipuladores ya no son sofistas, sino los medios de comunicación.
Platón estaba obsesionado con la verdad. Creía en la existencia de un mundo de las ideas y estaba convencido de que en él habitaba la verdad inmutable de todas las cosas.
A mí la verdad me importa menos. No aspiro a contemplarla ni a poseerla. No creo que sea posible salir de la caverna, ni que haya nada fuera. Me concentro en tratar de entender mejor cómo funciona el mundo subterráneo, el de las sombras.
Vivimos en el siglo XXI, la retórica y las verdades a medias son nuestro pan de cada día. Todos conocemos a muchos sofistas, dignos herederos de aquellos que iban de plaza en plaza cobrando por sus lecciones y defendiendo lo uno o lo contrario dependiendo de lo que conviniese en cada momento, pero con la misma convicción y firmeza en sus argumentos. El problema es que, aún hoy, estos malabaristas del discurso muchas veces consiguen su objetivo.
Todos nacemos encadenados, todos somos espectadores. El reto consiste en levantarse y atreverse a mirar directamente el fuego. Ya lo decía Platón, la primera reacción natural de todo ser humano es la de intentar volver a la oscuridad porque, al mirar hacia el origen de la luz, los ojos se resienten.
Dejarse manipular, conformarse con la verdad que nos viene dada, parece lo más cómodo, pero ¿en qué nos convierte eso? Muy sencillo, nos convierte en cifras, en moneda de cambio, en parte amorfa de la masa.
Esta idea, la de que hoy en día todo el mundo ha de reconocerse a sí mismo como espectador y, por tanto, como receptor de toda una serie de mensajes intencionados que es necesario comprender y analizar de forma activa si no se quiere caer en la manipulación, es la que me llevó a proponer un curso titulado igual que este post y que empiezo a impartir esta misma tarde para la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento de Valencia.
Llevo tres años impartiendo cursos de iniciación al guión, pero este año me pidieron que les ofreciese algo distinto. Por eso me decidí a proponerles este curso a medio camino entre la filosofía y el análisis de medios con el que, estoy seguro, disfrutaré más que ningún alumno.
La idea es sencilla. Dispongo de veinte alumnos y de diez clases de dos horas cada una para provocar diez debates distintos con un único objetivo común, desarrollar el concepto de espectador activo.
Sinceramente, tengo mucha curiosidad por conocer al grupo de alumnos y ver cómo reaccionan ante lo que les he preparado.
En realidad, yo llevo asistiendo a mi propio curso más de tres meses, desde el mismo momento en que la Concejalía me confirmó que lo habían aprobado. Durante todo este tiempo he estado buscando material audiovisual que me sirviese para documentar las distintas clases que quería impartir. Y he encontrado auténticas joyas.
La que voy a utilizar en la clase de hoy, la primera, es un breve documental de 25 minutos que realizó TVE para celebrar su 50 aniversario. Forma parte de una serie titulada “La imagen de tu vida”, concretamente el capítulo “El mundo ante nuestros ojos”.
Nada más empezar, el documental lanza una frase tan contundente y poderosa, que podría considerarse toda una reflexión en sí misma: “El mundo se transformó al ponerle una cámara delante”.
Acto seguido, el documental analiza el modo en que la televisión revolucionó el modo de entender los acontecimientos históricos. Primero como un modo de contradecir al poder y condicionar la opinión pública en contra de sus intereses, como ocurrió en la guerra de Vietnam. Y después analiza el modo en que el poder aprendió a usar la televisión en su propio beneficio. Hasta llegar al 11S, el acontecimiento mediático más reciente, que fue retransmitido y seguido en directo por una tercera parte de la población mundial, adquiriendo la calidad de espectáculo.
Al final de todo este recorrido, el propio documental lanza otra frase demoledora: “Ahora, si algo no ha sido emitido, es casi como si no hubiese pasado”.
El mundo actual no se entiende sin la televisión porque la televisión lo transformó. Al observarlo el mundo cambió, justo lo que afirma el principio de incertidumbre de Heisenberg, que es realmente por donde empezaré la clase de esta tarde. ¿Lo conocéis?
Según este principio, aunque existiera un microscopio lo suficientemente potente como para poder ver un electrón, seguiríamos sin poder observar su órbita natural. Esto se debe al hecho de que para poder observar cualquier cosa es necesario iluminarla, o dicho de otro modo, sería necesario que un fotón de luz chocase con el electrón para poder verlo. El problema es que, al hacerlo, el fotón modificaría la posición y la velocidad del electrón. Llegando a la conclusión de que jamás podrá observarse la órbita natural de un electrón puesto que este nunca se comportará del mismo modo cuando está siendo observado que cuando no.
Sí, empezaré el curso hablando de electrones. Me encanta. De este modo, si hay algún aprensivo en la sala, tendrá la oportunidad de salir corriendo rápidamente. El resto, los que se queden, podrán debatir conmigo si este principio es aplicable también a lo que le ocurrió al mundo al ponerle una cámara delante. ¿Observar modifica el objeto de estudio?
Y lo que es más importante ¿vendrá alguien a la segunda clase? Sólo los reincidentes podrán ver cómo relaciono el concepto de Panóptico de Jeremy Bentham con CSI, o el mito del eterno retorno de Mircea Eliade con The Wire.
Ya veremos qué cara ponen.

4 nov 2012

Catálogo incompleto de las relaciones humanas


Un guionista sano tiene una esperanza de vida media de unos 80 años. A lo largo de ese tiempo, el guionista tipo, mantendrá una media de 8’7 relaciones sentimentales en primera persona, pero escribirá, de media, sobre la vida sentimental de 734 personajes. (Datos obtenidos por la Universidad de Massachussetts.)
¿Qué quiere decir esto? Que la mayoría de las veces que un guionista escribe sobre una relación sentimental lo hace de oídas o usando su imaginación.
Llegados a este punto sólo veo tres opciones:
-Que el colectivo de guionistas sea más promiscuo con la excusa de que necesitamos experimentar y elevar la media de 8’7.
Esta opción es atractiva, hay que reconocerlo. Pero no creo que a mi chica le hiciese mucha gracia que yo abogase por ella, así que vamos a descartarla.
-Que cada guionista escriba sólo y exclusivamente sobre los tipos de relaciones que conoce de primera mano.
Esta opción ni se valora. Paso de que cada vez que escriba algo todo el mundo lo lea con una media sonrisa en la cara sabiendo que todo lo que le pase al protagonista me ha tenido que pasar a mí antes.
-Asumir que esto es así, que los guionistas tenemos que ser capaces de ponernos en la piel de personajes que están viviendo situaciones sentimentales muy distintas a las que nosotros hemos vivido en nuestras propias carnes y que el resultado de nuestro trabajo puede ser verosímil y enriquecedor a pesar de que no sea estrictamente autobiográfico.
Esta opción es la única que nos queda, así que al menos habrá que intentarlo.
El siguiente catálogo no es más que un tímido intento por trazar un mapa del terreno de lo sentimental. Algo así como un menú degustación del amor. Un listado de opciones para guionistas atascados que no encuentran la mejor opción para enrollar a sus personajes. Una colección de pedazos de vida… ya paro.
FLIRTEOS
¿Se lo dices tú o lo hago yo?
Lo que en jerga guionística se conoce como URST o tensión sexual no resuelta. A los dos les pica la entrepierna cada vez que se acercan demasiado y suspiran mucho cada vez que se alejan. Lo normal sería que alguien hiciese algo de una puñetera vez, pero no hay forma de que den el paso definitivo. Estas situaciones suelen funcionar muy bien porque mantienen el suspense y, si está bien hecho, todo el mundo está dispuesto a soportar los capítulos que hagan falta para ver, por fin, un beso entre ellos.
Tu padre no me deja
Uno de los amores más clásicos de la historia, el de Romeo y Julieta, el de: yo te lo hacía aquí y ahora pero tu padre no me deja. Amores imposibles que lucharán contra la sociedad, contra los elementos y contra todo lo que haga falta por acabar juntos y no necesariamente muertos.
A ti lo que pasa es que te va la marcha
Alguien está enamorado de alguien y no lo disimula porque no sabe o porque no quiere. La otra persona lo sabe, pero no le corresponde sino que aprovecha la situación para sacar beneficio del enamorado. Da igual las perrerías que le hagan, cuando el amor es incondicional es para siempre. Hasta que se acaba, entonces es muy probable que la tortilla se de la vuelta.
El que la sigue la consigue
Alguien va detrás de alguien durante mucho tiempo, parece que nunca lo conseguirá, pero al final la cosa acaba bien.
En estos casos, si el eterno enamorado es un protagonista de esos que encarnan la bondad y el objeto de deseo es descrito como un personaje que evoluciona desde lo superficial a lo realmente importante, que es la bondad de las personas, se puede conseguir un final redondo de los que levantan a plausos, lágrimas de satisfacción y un sentimiento de paz interior equiparable al séptimo estadio karmico. Pero cuidado, también se han dado casos de descomposición gástrica generalizada entre la audiencia.
¡Iros a un hotel!
A estos dos empezó a molestarles la ropa desde el primer momento en que se conocieron. Miraditas, sonrisitas, roces disimulados, frases halagadoras ingeniosas… Es evidente que acabarán enrollándose desde el minuto uno. Pero qué largo se hace ese minuto.
Tengo el ratón al chilindrón
En estos tiempos que corren no se nos podía olvidar esta nueva forma de relacionarse que está causando furor, el amor 2.0 a través de webcam, de whatsapp, de facebook… Pero ojo, que la gente igual se enamora que corta vía whatsapp. Y si lo primero puede parecer original y moderno, lo segundo es claramente rastrero y cobarde. Muy moderno todo sí, pero pizca saborio qué quieres que te diga.
PAREJAS
Falling in love total
Son la pareja perfecta, sin fisuras. Llevan años juntos y así seguirán hasta que la muerte les separe. Se comprenden y se apoyan el uno al otro pase lo que pase. Son una naranja entera.
Este tipo de relaciones vienen muy bien para las sit-com. Ya se te ocurrirán mil formas de que parezca que hay una crisis de pareja, al final de cada capítulo siempre se demostrará que de eso nada.
Te quiero tanto que te mataría
No se llevan bien y discuten continuamente, pero siguen juntos. Puede que acaben todas sus discusiones en la cama, o que sencillamente se soporten porque llevan tantos años juntos que ya les parece más fácil y más cómodo seguir juntos que separarse. Lo que importa es que jamás serán felices juntos pero tampoco se separarán nunca.
¿Y tú quien eres?
Llevan tiempo juntos pero, en realidad, no se conocen. Hay varias posibilidades:
-Se guardan secretos importantes que, cuando salgan a la luz, lo removerán todo.
-Su relación ha sido siempre superficial y con los años se han convertido en una costumbre, pero jamás se han molestado en conocer de verdad a la persona que duerme cada noche a su lado. Una situación límite que les saque de la rutina puede provocar que de repente descubran cosas del otro que jamás se habrían imaginado.
-Y, puede que la más triste de todas las opciones, uno de ellos ha perdido o está perdiendo la memoria y el otro se esfuerza por conseguir reconquistar a su pareja.
Agua pasada sigue moviendo molino
Tuvieron algo hace tiempo y lo dejaron, pero ambos siguen sintiendo algo. Es algo así como un amor imposible pero al revés. A todo el mundo, especialmente al espectador, le encantaría que volviesen, pero ellos mismos se lo impiden. Parecerá que van a volver mil y una veces, pero en el último momento siempre volverán a aparecer los reproches, las inseguridades y los: Tú no cambiarás nunca.
TRIOS
Open your mind
Son pareja y les va bien, pero han decidido que cada uno puede tener un rollito de vez en cuando. Ambos conocen las aventuras del otro y les parece bien, es más, eso les mantiene más unidos.
Qué difícil es que algo así, en la ficción o en la vida real, acabe bien. Pero como punto de arranque no tiene precio.
El cornudo siempre es el último en enterarse
Pues eso, que a alguien se los están poniendo pero bien y no se entera. Esta situación, en principio, crea una víctima (el cornudo), un traidor (el infiel) y un daño colateral (el amante). Pero partiendo de esta situación inicial las variables tienden a infinito. Si, por ejemplo, el amante sabe que se está metiendo en medio de una pareja y además conoce a la víctima (ya no te cuento si son muy amigos) pasa de ser daño colateral a otro traidor.
Si el infiel es alguien débil, que cayó en una especie de emboscada amorosa por medio de mentiras y engaños, podría llegar a considerarse víctima.
Y si el cornudo nos cae mal porque no cuida su relación y trata mal a su pareja, el traidor pasa a ser la víctima y puede que hasta nos alegremos de que por fin encuentre el amor con su amante.
Casi podría crearse un catálogo con las variaciones que este tipo concreto de relaciones a tres pueden provocar.
Aquí huele a cuerno quemao
Se parece mucho a la anterior, pero hay una diferencia importante, el cornudo se ha visto los cuernos. Lo sabe, pero disimula. Algún motivo tendrá para aceptarlo, perdonarlo o sencillamente fingir que nunca pasó.
¿Te presento a mis amigas?
A alguien le gusta alguien pero por algún motivo ha decidido que no puede ser. Así que se convierte en una especie de asesor matrimonial que se esforzará y mucho por conseguir emparejar a aquel que en realidad querría para sí con cualquiera que le parezca lo suficientemente bueno. Puede que logre disimular un tiempo, e incluso que tenga éxito como Celestina, pero al final lo más probable es que acabe confesando.
Ni contigo ni sin ti
Tiene una relación estable, pero le gusta otra persona, pero tiene una relación estable y así todo el rato. No quiere romper su relación porque le quiere y porque se sentiría fatal haciéndolo, pero al mismo tiempo ha conocido a alguien que le atrae muchísimo y encima el feeling es mutuo.
Esta es una de esas situaciones en las que siempre, antes o después, acaba surgiendo la pregunta ¿se puede querer a dos personas a la vez?
ORGÍAS
Dale al FF y verás
No es coña, en la mayoría de las series que duran más de una temporada todo el mundo acaba enrollándose con todo el mundo. Y si estamos hablando de una telenovela, además, el resto del tiempo lo único que hacen es hablar precisamente de eso.
Tengo la teoría de que algunas series son una especie de orgía a cámara lenta.
Calculo que me he dejado por explicar entre 1.000 y 1.200 tipos de relaciones tipo. Así que si conocéis alguna que no haya nombrado ayudadme a ampliar el catálogo en los comentarios que para eso están. Y si sois guionistas y habéis tenido menos de 8’7 relaciones sentimentales espabilad un poco que como nos despistemos nos va a bajar la media.