28 oct 2013

Manual de conversación para guionistas


Los próximos días 18 y 19 de octubre se celebrará en Bilbao el III Encuentro de Guionistas. Un sarao que año a año consigue que la concentración de guionistas por metro cuadrado crezca hasta límites insospechados. Merece la pena ir, os lo aseguro, pero no sólo por el programa o por el nivel de los guionistas que va a hablar en los distintos paneles. Yo diría que sobre todo merece la pena por el tiempo que uno pasa hablando con la gente entre panel y panel. Los Encuentros son una oportunidad única para conocer a otros guionistas.
Eso sí, como la palabra “conocer” puede resultar algo ambigua… mejor vamos a concretar un poco. Por ejemplo, algo que debéis tener muy presente es que no somos comerciales ni médicos. Al parecer, esos colectivos tienen por costumbre convertir sus eventos gremiales en una especie de bacanales en las que todo el mundo se lía con todo el mundo. No se sabe muy bien por qué, pero el colectivo de guionistas no participa de esta costumbre. Debe ser porque todavía vamos por el tercer Encuentro y no le hemos pillado el tranquillo a esto, pero la verdad es que el nivel de folleteo de los Encuentros suele ser más bien bajo. Es eso o que el nivel de discreción es muy elevado.
Y si a esta peculiaridad gremial le sumamos la advertencia que nos hacen desde la organización en Bilbao del III Encuentro…
1382843_620068688016229_48819376_n…llegamos a la conclusión de que asistiendo a una reunión de la Conferencia Episcopal tendrías más posibilidades de echar un casquete.
Mejor eliminemos esa opción de nuestra mente. Que nadie vaya al Encuentro con la intención de ligar. Lo mejor es que vayáis folladitos de casa.
Otra acepción de la palabra “conocer” que puede llevar a engaño es la de hacer contactos. Por supuesto es más que posible hacer contactos, pero no de cualquier modo. Recordemos que no somos comerciales, que nadie vaya al Encuentro a vender nada, ni siquiera a él mismo.
Ya sé que parece el lugar perfecto. Gran parte de los primeros espadas del guión español reunidos en un solo espacio, indefensos. ¿Quien no se ha imaginado alguna vez a sí mismo consiguiendo un trabajo entre canapé de salmón y canapé de foie de pato? Pues oye, no te voy a decir que sea algo imposible, sobre todo teniendo en cuenta que con la matrícula vienen incluidas las comidas y todo el mundo comerá en el mismo sitio, pero desde luego no es algo que pueda conseguirse por las bravas.
Si está por allí y te apetece charlar un rato con el creador de tu serie española preferida o con el guionista de la última película que te sorprendió gratamente, te invito a que te acerques a él o ella y lo intentes. La mayoría son gente muy accesible y seguro que puedes encontrar la forma de charlar un rato con alguno de ellos. Pero trata de contener el impulso de entregarle tu curriculum. No servirá de nada y perderás la oportunidad de establecer una pequeña relación personal que, a la larga, podría llegar a ser mucho más productiva. Créeme, no quieres ser el pesado que tuvo que quitarse de encima.
Si llevas mucho tiempo sin trabajar y estás desesperado, lo mejor es que no lleves ningún curriculum impreso, por si acaso. Es mejor prevenir.
Una vez hechas estas aclaraciones, vamos con algunos ejemplos de los distintos tipos de conversaciones que suelen darse en este tipo de reuniones.
¿Y tú qué haces?
Está demostrado que esta es la pregunta que más veces se formula en los encuentros de guionistas. No se sabe muy bien a qué se debe, pero cuando dos guionistas se conocen sienten un impulso irrefrenable por averiguar en qué programas, series o películas ha trabajado su interlocutor.
CONSEJO: Prepara una respuesta a esa pregunta porque, a menos que no hables con nadie, antes o después tendrás que responderla. Además, te conviene que sea una respuesta corta. Ten en cuenta que en realidad al otro guionista no le importa mucho lo que hayas hecho, así que aprovechará la más mínima oportunidad para contarte lo que él ha hecho.
Tú molas pero yo molo más
Los guionistas no somos actores, pero también tenemos nuestro ego. Cuando conocemos a alguien de la profesión es muy habitual que la cosa empiece con un tanteo preliminar. Algo así como un ritual territorial en el que dos bichos de la misma especie intentan averiguar quien es el más fuerte del lugar. Suelen ser enfrentamientos de baja intensidad, de hecho, si no se presta atención puede parecer que no existe tal enfrentamiento porque todo fluye soterrado en el subtexto. Pero conviene no despistarse, un comentario desafortunado puede elevar el tono.
CONSEJO: Si alguien te dice algo como “La audiencia es importante, pero la calidad lo es más todavía”, aunque no lo parezca, probablemente se haya ofendido por algo que has dicho y se está defendiendo como gato panza arriba.
Criticar une mucho
Si estás rodeado de gente que no conoces y no sabes de qué hablar, prueba a comentar alguna de las ponencias. Si a los dos os ha parecido todo muy bien lo más probable es que la conversación acabe pronto, pero si tu interlocutor mete alguna puyita a alguno de los ponentes, aprovecha, dale la razón y critica un poco más. Ya tenéis conversación para rato.
CONSEJO: No te sientas culpable por criticar a nadie. Los ponentes saben que exponerse ante una audiencia de guionistas supone ser criticados sí o sí. Mientras te mantengas dentro de los límites de la buena educación, puedes poner a caer de un burro a cualquiera. Eso sí, ten siempre en cuenta que cualquier comentario que hagas puede acabar desencadenando un “Tú molas pero yo molo más” contra alguien con quien tienes todas las de perder.
Qué mal está todo
Si criticar une mucho, quejarse todavía más. Los guionistas tenemos fama de lloricas y me temo que es una fama más que merecida. Asumámoslo, a los guionistas nos gusta quejarnos y sabemos hacerlo muy bien. Así que si en algún momento no sabes de qué hablar con alguien, siempre puedes sacar alguno de los temas estrella: La subida del IVA cultural, la reforma de la ley intelectual, la bajada de sueldos generalizada en el sector, la falta de producción nacional… fijo que alguien pica y acabas haciendo un amigo para toda la vida.
CONSEJO: En este tipo de conversaciones los valencianos hemos cogido mucha práctica los últimos años. Somos expertos. Si elegís este tipo de tema y descubrís que estáis en frente de un valenciano, lo mejor que podéis hacer es intentar consolarlo. Bajo ningún concepto intentéis rivalizar con un valenciano en este tipo de conversación, os dará una paliza. Ni mucho menos intentéis defender la idea de que el sector audiovisual de vuestra comunidad está peor que el nuestro. En serio, no tenéis nada que hacer.
Parece que va a llover
Hablar de cualquier cosa que no sea guión de vez en cuando también es posible. De hecho, hasta puede que alguien os lo agradezca.
Es más que sabido que cuando en una reunión de amigos se juntan un par de guionistas la conversación siempre acaba derivando al cine o las series. Así que imaginad lo que ocurre cuando todo el mundo es guionista… (Quien quiera escapar del Encuentro sin que le cuenten el final de Breaking Bad va listo.)
Si en medio de toda esa gente hablando todo el tiempo de lo mismo vosotros empezáis a hablar, por ejemplo, de la migración del pato común, seguro que encontráis a más de un interesado en sumarse a vuestra conversación.
CONSEJO: Comentarios como “¿Has probado esa tapa? Está buenísima pero no sé de qué es.” o “¿Tienen el aire acondicionado muy fuerte aquí o soy yo?” no fallan nunca y son puntos de arranque excelente para una liberadora conversación sobre cualquier cosa. Aunque nada te asegura que la cosa no derive rápidamente a un “¿Y tú qué haces?” seguido de un “Tú molas pero yo molo más”. Si quieres salir de ese bucle, prueba otra tapa y haz otro comentarios sobre los ingredientes, critica a alguien o suelta un “Qué mal está todo, eh” aunque no venga a cuento. Seguro que el valenciano más cercano se siente aludido y entra en la conversación como Atila en Roma. Y si todo eso falla, recuerda que el pato común está migrando justo ahora.
Pues eso. Hacedme caso o todo lo contrario, pero inscribiros y venid al Encuentro. Será un placer charlar con vosotros.

11 oct 2013

¿Para qué sirve una televisión autonómica?


Que a estas alturas nos sigamos haciendo esta pregunta es síntoma inequívoco de que algo estamos haciendo mal. Pero nos la seguimos haciendo.
Es más, algunos incluso creen tener clara la respuesta: “Para nada, es tirar el dinero.” Y lo vociferan a los cuatro vientos como si tuviesen algún tipo de interés en que la opinión pública compartiese su opinión...
Tratar de convencer a alguien de lo contrario, y más hoy en día con la que está cayendo, es inútil. La televisión pública no ha de defenderse con argumentos, ha de hacerlo por sí misma ofreciendo contenidos de calidad que consigan que la gente la sienta como propia y la defienda. Es obvio que eso no se ha conseguido en la mayoría de los casos y por eso estamos como estamos.
Pero una cosa es que los espectadores, los contribuyentes, no sepan responder a esa pregunta y otra cosa muy distinta es que no lo hagan los dirigentes de las cadenas.
¿Estoy insinuando que algunos no sabrían hacerlo? No, todo lo contrario, estoy seguro de que saben. Teniendo en cuenta el perfil político de la mayoría de ellos, responder preguntas e intentar quedar bien es prácticamente lo único que saben hacer. Lo que estoy diciendo es que a la luz de las decisiones que han ido tomando, resulta obvio que ellos mismos no se toman en serio sus propias respuestas. Si hiciesen lo que dicen, estaríamos orgullosos de nuestras televisiones. Pero no es así, ni de lejos.
Por poner un ejemplo concreto, viendo lo que ha pasado en RTVV los últimos años, resulta obvio que sus sucesivos directores y directoras o bien mentían descaradamente al aceptar el cargo bajo el compromiso de cumplir la ley de creación y regulación de la cadena porque no tenían ninguna intención de hacerlo, o bien fueron incapaces de conseguirlo por incompetentes, por desidia, o por una más que manifiesta connivencia con un partido político que ya hace años que decidió robar la cadena a los valencianos y apropiársela, convirtiéndola en una delegación más de su aparato político de propaganda.
Todo esto es lamentable, absurdo y triste a partes iguales. La trayectoria de RTVV ha conseguido incluso que compañeros de profesión, gente bien informada, que conoce el sector desde dentro y de quienes además no se puede poner en duda su pasión por este oficio, hayan llegado a manifestar públicamente que lo mejor que puede pasar es que echen el cierre. Hasta ese extremo hemos llegado. Este, sin duda, es otro síntoma de enfermedad grave. Si las televisiones autonómicas pierden el apoyo del sector audiovisual profesional, están destinadas a desaparecer más pronto que tarde.
Lamentablemente, estoy seguro de que habrá quien se alegre de esto. Hay muchos intereses puestos en esa dirección y además provenientes de despachos en edificios muy distintos.
Supongo que es desde esos mismos despachos de donde ha salido el proyecto al que paradójicamente llaman “El faro”. La única explicación que se me ocurre es que este proyecto haya sido diseñado como una especie de caballo de Troya con la intención de reventar las televisiones autonómicas desde dentro. Porque pretender que en las televisiones autonómicas quepa un proyecto como este, que deliberadamente obvia cualquier referencia a la identidad cultural especifica de cada una de las distintas comunidades en las que se va a emitir, supone saltarse a la torera todos los valores y principios que justifican la existencia de las televisiones autonómicas. Y si a eso además le añadimos que las condiciones laborales en cuanto a sueldos y tiempos de producción con las que se pretende llevar a cabo son sencillamente absurdas, lo que tenemos entre manos es exactamente lo contrario a un faro. Si los faros indican el camino seguro a buen puerto, este conduce a un naufragio seguro.
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No digo que vaya a ser una mala serie. Estoy seguro de que los profesionales que han aceptado participar en ella se esforzarán, a pesar de todo, para tratar de conseguir unos mínimos de calidad. El problema no es ese. El problema es que un proyecto así jamás debería haberse gestado en el seno de la FORTA porque crea un precedente que, si se convierte en norma, acabará con las razones que justifican la existencia de las televisiones autonómicas.
La producción de El Faro evidencia que las televisiones autonómicas, y no sólo RTVV, han perdido el norte.
Personalmente, me decepciona especialmente que TV3 participe en este proyecto. La televisión catalana ha sido desde siempre un referente, una prueba de que las cosas se podían hacer bien. La lista de series y programas de calidad de la cadena es larguísima, pero lo más importante es que todas estas producciones se levantaron siempre teniendo en cuenta los principios que deben regir una televisión pública autonómica. Son productos hechos en catalán, desde Cataluña y para los catalanes. Y además han conseguido uno tras otro toda una serie de éxitos de audiencia. A los catalanes les gusta su televisión, están orgullosos de ella y la sintonizan porque quieren ver lo que les ofrece.
¿Cómo encaja El Faro en todo esto? ¿Va a emitir TV3 una serie producida en Galicia, rodada en castellano y sin ninguna referencia a la cultura catalana? ¿De verdad no ha encontrado ningún otro proyecto mejor en el que invertir los 400.000€ que parece ser que ha quemado con esto? ¿Van a invertir todavía más dinero para doblarla al catalán? ¿Han decidido abandonar todo lo que les define y empezar a emitir cualquier cosa o se trata de algún tipo de pago de favor? ¿Acabarán emitiendo la serie a horas intempestivas, rellenando parrilla, para justificar el gasto pero sin exigir ni esperar que El Faro les rinda lo que siempre se espera de una serie diaria?
Lluís Alcarazo ha escrito un artículo que firman también nada menos que Josep Maria Benet i Jornet i Rodolf Sirera. Estos tres señores son, probablemente, los tres guionistas que más han aportado a TV3. Llevan treinta años escribiendo para la cadena y se sienten decepcionados. Luís afirma tener la sensación de que la cadena no ha aprendido nada después de estos treinta años. Se dice pronto.
Ojalá los guionistas valencianos pudiésemos sentirnos tan decepcionados con RTVV por el hecho de que participe en El Faro. Pero lamentablemente no es así. La cadena nos ha decepcionado tantas veces que parece que ya no puede decepcionarnos más, porque muchos ya no esperan nada de ella.
Pero aún así, en una mala imitación de Sísifo, los guionistas seguimos reuniéndonos con ellos básicamente para pedirles que hagan su trabajo. ¿Estamos perdiendo el tiempo? Puede, pero la puñetera piedra quedaría tan bonita en lo alto de la montaña...
Termino el artículo sin haber respondido a la pregunta que lo provocó. ¿Para qué sirven las televisiones autonómicas? Quien quiera saberlo que se lea la ley de creación y regulación de cualquiera de ellas. Aquí la de RTVV. Encontrará una larga lista de buenas razones. Lástima que las propias televisiones tengan por costumbre usar la ley como papel higiénico.