24 may 2011

La importancia del grupo

El lunes que viene empiezo a impartir un nuevo Curso de monólogos en SGAE Valencia. Será un curso de 24 horas de duración repartidas en clases de cuatro horas durante dos semanas en el que yo me encargaré de exponer la parte sobre guión y Pau Gregori se ocupará de todo lo relacionado con la interpretación.
El objetivo del curso es claro: Que cada alumno escriba un monólogo propio de entre cinco y diez minutos de duración y lo defienda encima del escenario en una última clase abierta frente a un público reducido compuesto por los familiares y amigos que ellos mismos inviten.
No es la primera vez que Pau y yo impartimos este curso, ya lo organizamos para la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento de Valencia, y funcionó muy bien. Es un curso muy divertido tanto para los alumnos como para nosotros mismos y hubo momentos realmente geniales en los que no podíamos parar de reír.
La pasada edición fue más corta que esta, tuvimos menos horas para trabajar con los alumnos y llegamos a la última clase con los monólogos menos ensayados de lo que nos habría gustado. Pero sorprendentemente, cuando se subieron al escenario, lo bordaron. No sólo eso, sino que además parecía que ya sabían que lo iban a hacer bien porque invitaron a bastante gente. Casi llenamos el salón de actos y os aseguro que pasamos un buen rato con el espectáculo que dieron los chicos. Aquel curso nos dejó muy buen sabor de boca, por eso ya teníamos ganas de repetir.
Ahora estoy revisando y ampliando el dossier que entregaremos a los alumnos el primer día de clase y en lo único que pienso es en qué tipo de gente vamos a encontrarnos. Generar un buen ambiente en las clases es fundamental para este curso. Divertirse desde el primer momento, olvidar las vergüenzas y reducir al mínimo las inseguridades que, como es natural, cualquiera puede sentir al subirse en un escenario, son requisitos indispensables para que las clases funcionen.
Aunque parezca mentira a este tipo de cursos se apunta gente de todo tipo. Siempre hay gente extrovertida que no tiene ningún tipo de pudor y participa activamente de la clase desde el principio. Pero también puede acabar sentado en una de las butacas el vivo retrato de la timidez. A éstos se los detecta rápido, cuando ves que todo el mundo da su respuesta al primer ejercicio y él o ella se encoge tratando de pasar desapercibido porque cree que lo que ha escrito no es divertido. En estos casos siento una curiosidad especial por saber por qué se han matriculado al curso. Lo pasan mal porque les da vergüenza hablar en público, pero se matriculan en un curso de monólogos... son un ejemplo de la complejidad humana. A veces dejan de venir, otras se mantienen en un segundo plano durante todo el curso tratando de no hacer mucho ruido y hablando sólo cuando es estrictamente necesario, pero otras veces logran superar sus miedos y notas cómo se van soltando. Todo un éxito.
Sin duda prefiero a los tímidos antes que a los extremadamente críticos. Es más difícil manejarles sobre todo porque generan mucho recelo entre sus compañeros. Lo ideal es que cualquiera pueda decir cualquier burrada sin que nadie se sorprenda, estamos ahí para eso, pero cuando alguien juzga todo el mundo activa las alarmas.
Lo peor que puede ocurrir en un curso de este tipo es que al proponer un ejercicio todo el mundo diga que no se le ha ocurrido nada... Por supuesto que no es cierto, todo el mundo es capaz de encontrar un gag partiendo de unas directrices muy marcadas en un ejercicio concreto, lo que ocurre en estos casos es que no quieren ser ellos quienes hablen primero, temen ser juzgados. Cortar eso a tiempo, conseguir que en la clase se respire un clima relajado, que todo el mundo participe y hable libremente, es fundamental.
Evidentemente, los principales responsables de ese clima son los alumnos. Pero los profesores tenemos que ser capaces de potenciarlo al máximo. Cómo hacerlo depende de muchos factores, pero yo tengo mis truquitos.
La disposición en el aula, por ejemplo, es muy importante. No conviene que el profesor esté muy separado o por encima de los alumnos. Lo mejor es que todo el mundo se siente en un círculo o de tal forma que todos podamos vernos las caras.
Otro factor a tener en cuenta es que en este curso conviene permitir que los alumnos interrumpan continuamente. De este modo se relaja el ambiente y no se produce una gran diferencia entre los momentos en los que el profesor está exponiendo algo y los momentos en los que se está haciendo un ejercicio en el que lo ideal es que participen todos. A veces incluso conviene potenciar las interrupciones. Si mientras se expone alguien hace algún comentario por lo bajo, o se ríe, preguntarle qué le ha hecho gracia puede dar pie a un comentario por parte del alumno. No importa si se pierde algo de tiempo, si se genera ese clima de confianza es tiempo bien empleado.
Algo muy importante también es saber medir los tiempos de la clase. Intercalar los ejercicios más participativos con las exposiciones más teóricas, pero también permitir que algunos momentos se dilaten si ves que conviene por algún motivo y después apretar el ritmo o incluso pedir concentración si es necesario. Tampoco conviene que la gente se relaje tanto que aquello deje de parecer una clase...
Este curso además tiene un problema añadido, el horario, empezamos a las cuatro de la tarde por lo que romper con la hora de la siesta será un reto añadido. Arrancar con algún ejercicio movido que suela funcionar bien o dar protagonismo a algún alumno que normalmente consiga hacer reír a todo el mundo puede cambiar el rumbo de la tarde.
Y por último, generar un humor propio de la clase. Vamos a pasar muchas horas juntos y tratándose de un curso de monólogos, es casi obligatorio que en ese tiempo se generen situaciones divertidas. Esto genera compañerismo y sensación de grupo. Tener alguna coña que solo entiendan ellos porque estuvieron allí aquel día se convierte en un vínculo. Recordarlo, usarlo y convertirlo en un gag recurrente en las clases consigue que todo el mundo se sienta a gusto.
En definitiva, se trata básicamente de convertir el curso en un rato agradable. Conseguir que todos estemos deseando empezar la próxima clase, que los alumnos lleguen con ganas de explicar la idea que se les ocurrió trabajando en casa en su monólogo, que cada tarde pase algo divertido y que al final de todo cada alumno tenga su propio monólogo.
¡Estoy deseando empezar!


Por cierto, si alguien se anima, todavía queda alguna plaza libre para completar el aforo máximo del curso. ¡Nos vemos allí!

11 may 2011

El corto (4ª Parte): El reto

Pasado mañana es el primer día de rodaje. Y, salvo debacle nuclear, tres días después tendremos el corto enlatado.
Es una producción pequeña no, lo siguiente. Sin subvenciones ni ninguna productora implicada. Entre todos hemos tenido que preparar los mil y un detalles necesarios para poder llevar a cabo el proyecto y a estas horas parece que ya lo tenemos todo.
Llevo una semana enganchado a los partes meteorológicos que un día pronostican lluvia y al siguiente sol radiante. He tenido que abortar, pidiéndolo por favor, una acampada de quince niños con sus respectivos monitores, de la que me enteré por casualidad, en la casa que será nuestra localización. Inexplicablemente nadie les había dicho que íbamos a estar allí nosotros grabando este fin de semana. Y, por si fuera poco, la casa en la que va a dormir todo el equipo, ha sido invadida por los pintores a los que el dueño de la misma llevaba esperando más de un mes. Así que hemos perdido una planta y tendremos que arreglárnoslas para dormir todos en la planta de abajo...
Pero todo saldrá bien. No es un deseo, es un mantra que repito en mi cabeza una y otra vez tratando de convencerme a mí mismo. Necesito creerlo porque desde ¡ya! he de empezar a olvidar toda esta parte del proceso y centrarme en mi verdadera función en el rodaje.
Después de escribir el guión, cuando decidimos rodarlo, di por supuesto que participaría de alguna forma en el rodaje. Pero siempre me imaginé como ayudante de producción, script o ayudante de dirección, los tres cargos en los que ya tengo experiencia previa en otros rodajes. Hasta que un buen día, hablando sobre posibles actores, Virginia, la codirectora del corto, me lanzó el guante: ¿Te atreverías a hacer tú de David?
Jose, Pau y David son los nombres de los personajes. Jose es algo así como el cabecilla, el líder de este pequeño grupo de amigos y también el más inconsciente. Le encanta ser el que manda y aprovecha todas las ocasiones que puede para demostrar que es así. Por otro lado, está Pau, un tipo inseguro que opta por seguir a Jose en todo lo que haga con tal de obtener su apoyo. Antes de decidir qué va a hacer, siempre esperará a ver qué hace Jose. Y por último David, el más sensato de los tres. En realidad no pega mucho con los otros dos. Les soporta porque son sus amigos de toda la vida, pero ya tiene poco que ver con ellos. Cuando a Jose se le ocurre alguna tontería, es él quien trata de pararle los pies, pero nunca sirve de mucho y además, por este mismo motivo, tiene que soportar sus burlas. En definitiva, se trata de tres jóvenes que rondan los treinta, pero que se siguen comportando como chavales de instituto. Muy a pesar de David, al que le gustaría tener una relación más adulta con sus amigos.
Desde el principio, cuando imaginé el personaje de Pau, veía a mi amigo Pau Gregori encarnándolo. De hecho bauticé al personaje con este nombre por este motivo. Sabía que él le daría al personaje los matices que necesitaba. Una risa nerviosa en determinada secuencia, una mirada de reojo a Jose en esta otra y una presencia de buena persona llevada por el mal camino en todo el corto. Le ofrecimos el papel y aceptó.
Al personaje de Jose no le ponía cara. Bueno, en realidad sí, pero no la de un actor. Este personaje me recuerda a un viejo amigo mío y mientras escribía recordaba distintas situaciones que viví con él. A la hora de elegir actor pensamos que necesitábamos a alguien que impusiese físicamente. Un tipo al que no fuese fácil decir que no. Pronto se propuso a Miquel Barberà y todos estuvimos de acuerdo. Nos pusimos en contacto con él, le mandamos el guión y nos dijo que sí.
Respecto a David, siempre decía que era el más “normal” de los tres. El personaje con el que la mayor parte del público se identificaría porque era el único que reaccionaba de una forma más precavida ante todo lo que les ocurre.
Sin desvelar mucho sobre la historia, diré que es algo así como un Cuento asombroso o una Historia para no dormir. Partiendo de una idea sencilla del tipo: “¿Qué pasaría si...?” un elemento completamente ajeno a la realidad del día a día se cuela en la historia y los personajes sencillamente se dejan llevar tratando de averiguar hasta dónde llega ese camino.
Pues bien, David reacciona más o menos como cualquiera de nosotros reaccionaría. Tiene miedo y tiende a ser precavido. Si todos los personajes de las historias fuesen así, Indiana Jones nunca habría entrado en el Templo Maldito y Neo jamás se hubiese tragado la pastilla roja. Jose y Pau son los Indiana y Neo de esta historia. Y David es lo más parecido a una persona normal empujada a participar en una historia de ciencia ficción contra su voluntad.
Escribiendo, cuando tenía que decidir qué iba a hacer o a decir David, siempre me hacía la misma pregunta: ¿Qué haría yo en esta situación?
Y mira tú por donde, Virginia me estaba dando la oportunidad de ser David. Mi primera reacción fue propia del personaje: Miedo y prudencia.
Yo no soy actor y aunque he hecho algunas cosas delante de las cámaras, no me considero alguien preparado ni especialmente dotado para la interpretación. Además, quiero que esto salga bien y poner a un novato a hacer el trabajo de un actor no es la mejor idea para conseguirlo. Vale que se supone que el personaje es prácticamente como yo en un mal día y hacer de mí mismo es fácil, lo hago todos los días, pero... ¿delante de las cámaras? No es lo mismo, definitivamente NO.
Pero me apetecía... mentiría si dijese lo contrario. No creo que tenga muchas oportunidades más de vivir un rodaje desde el punto de vista del actor y mucho menos interpretando a un personaje tan a mi medida. Virginia y Javi me lo estaban proponiendo en serio. De hecho, juraría que creen sinceramente que voy a hacelo bien. Es más ¡yo mismo me lo creí!
Así que llegamos a un acuerdo: Me estudiaría el guión y cuando fuésemos a la localización a hacer una serie de cosas, me harían una especie de casting.
Así fue como me vi a mí mismo leyendo el guión del corto como un actor, es decir, leyendo sólo lo que dice mi personaje...
Tampoco habla tanto... pensaba. Y esto... esto creo que lo haría bien. A ver delante del espejo...
He estudiado, memorizado, interiorizado, ensayado sólo y acompañado, leído y releído el plan de rodaje para aprenderme también en qué orden vamos a rodar cada secuencia. En definitiva, he tratado de prepararme.
El día de la prueba Pau también vino a la localización, alguien hizo de Jose, yo hice de David y grabamos algunos planos especialmente complicados que Javi quería probar. No fue un casting real, pero pude experimentar sensaciones parecidas a las del rodaje y nadie salió corriendo.
Al final se decidió que sí, que iba a hacerlo. Esperaba que alguien me dijese: Era una broma chaval ¿te lo habías creído? Pero, o me están gastando la broma pesada más elaborada de la historia, o grabamos pasado mañana y yo seré David. Espero disfrutar este fin de semana. Deseadme suerte.

6 may 2011

Entrevista

Esta entrevista fue publicada la semana pasada en 360gradospress.


En tu blog, 'La mano del guionista', hay una especie de biografía no oficial tuya. ¿Hay algo de real en ella o es todo un guión de ficción?

Es una broma y prácticamente todo falso, excepto lo del Ferrari.

- Los niños quieren ser bomberos, médicos, futbolistas...¿Te has encontrado ya con algún niño que quiera ser guionista?

Pues no, la verdad. Yo no los conozco, pero tampoco creo que haya muchos por ahí.
El trabajo de guionista no está tan reconocido socialmente como para que los niños se identifiquen con la profesión. Puede que haya alguno que diga que quiere ser actor o presentador porque le gustaría ser tan gracioso como ellos. Puede, llámame loco, que si se le explicase a ese niño que los actores y los presentadores no se inventan sobre la marcha todo lo que dicen sino que hay quien se lo escribe, puede... que entonces ese niño dijese que quiere ser guionista de mayor. Pero lo más probable es que no.

- Estudias filosofía y al finalizar la carrera rediriges tu vida hacia el campo del guión. ¿Era algo que ya tenías medianamente pensado?

Recuerdo que a mitad del último curso de instituto nos hicieron una especie de cursillo orientativo para informarnos sobre cómo era la universidad y las distintas carreras que podíamos elegir. Al final nos dieron un librito con toda la oferta académica disponible en Valencia y en la página dedicada a la carrera de Filosofía, justo en el recuadro de “Salidas profesionales” aparecía lo siguiente: Docencia, investigación y medios de comunicación. Estoy seguro de que ya en ese momento la última opción fue la que más me atrajo. Supongo que la vocación por lo audiovisual ha estado siempre ahí, pero en ese momento ni se me pasaba por la cabeza estudiar Ciencias de la Comunicación o Periodismo. Tenía muy claro que quería estudiar Filosofía y creo que fue una buena decisión. Disfruté la carrera y crecí mucho, siempre digo que aprendí a leer y a escribir en esos años.
Eso sí, cuando terminé constaté que alguien se había columpiado y mucho escribiendo aquel librito de orientación para estudiantes...

- ¿Qué te ofrece el guión para decidir de esa forma que quieres ser guionista?

Supongo que sencillamente disfruto escribiendo y poder ganarme la vida haciendo algo que me apasiona hace que viva mejor que si trabajase en cualquier otra cosa.
Para mí llegar a ser guionista profesional se convirtió en un reto. No me resultó nada fácil conseguir el primer trabajo, ni el segundo... bueno, la cosa sigue siendo complicada. Pero incluso antes de firmar mi primer contrato ya sabía que esto me iba a gustar.
Además, ahora que ya llevo un tiempo en esto, puedo decir que me he divertido en todos y cada uno de mis trabajos, a pesar de las muchas pegas que tenían. Espero seguir quejándome muchos años más.

- Sin ser hemanas, el guionista y el periodista se podrían considerar prácticamente profesiones de la misma familia. ¿Está igual de mal el mundo del guión?

No sé cómo estáis los periodistas, pero espero que os vaya mejor que a nosotros, sinceramente...

- ¿Cómo es el día a día de un guionista que no trabaja para una determinada productora?

Es muy sencillo. Cuando un guionista está trabajando para una productora se pasa el día quejándose de que no tiene tiempo para trabajar en sus proyectos personales. Y cuando no está trabajando para ninguna productora, se pasa el día quejándose de que necesita volver a tener horarios, compañeros de trabajo y un sueldo a fin de mes.
Personalmente, que me encuentro ahora mismo quejándome de lo segundo, procuro ocupar mi tiempo escribiendo y desarrollando proyectos. Imparto algún que otro curso de guión, asisto a otros cursos como alumno, publico casi todas las semanas en mi blog y estoy trabajando en un proyecto de largo. Además, ahora mismo estoy en plena preproducción de un corto que rodaremos dentro de poco. No me aburro, la verdad.

- Concursos de guión, pruebas, más concursos. La vida del guionista es una continua prueba, una vida en el alambre. ¿Has sentido frustración en algún momento, ganas de dejarlo todo?

Frustración sí, demasiada diría yo. Ganas de dejarlo no. Si tuviese que dejarlo sería sin ganas y porque no me quedase más remedio.
Es una pena, pero esta posibilidad es real, está ahí. Como tú dices, esta profesión te mantiene siempre al borde del abismo. Conozco a unos cuantos guionistas que han decidido abandonar la profesión porque ya no aguantaban más. Buenos guionistas. Seguir a veces no resulta nada sencillo y no por una cuestión de valía. Ojalá los buenos profesionales consiguiesen siempre buenos resultados. Pero no es así.

- Impartes cursos de guión a algunos de los que serán futuros guionistas españoles. ¿Existe mucha demanda para estos cursos, mucha gente con ganas de ser guionista?

A los cursos de guión, sobre todo a los de iniciación, asiste gente de todo tipo con motivaciones muy distintas. Por supuesto los hay que aspiran a ganarse la vida escribiendo, pero también hay mucha gente que sólo se plantea el guión como un hobby y los que quieren aprender sobre guión simplemente porque les gusta el cine.
Tanto en los cursos que he impartido personalmente, como en los que hemos organizado desde EDAV, la asociación de guionistas valencianos, la asistencia siempre ha sido satisfactoria. Para que te hagas una idea, más de una vez el número de inscritos ha duplicado el número de plazas disponibles para el curso.
Además, la desaparición el año pasado de la FIA (Fundación para la Investigación del Audiovisual) ha generado un vacío muy grande. Esta institución era un punto de referencia para el mundo del guión. Organizaba multitud de cursos, seminarios, jornadas, conferencias e incluso dos Masters de guión de cine y televisión con profesores excelentes. Si querías estudiar guión, allí era donde tenías que ir. De hecho, muchos de los guionistas profesiones que están en activo ahora mismo en Valencia somos exalumnos de la FIA.
Desde EDAV se está haciendo mucho por mantener una buena oferta formativa de guión en Valencia y se están organizando muchos cursos interesantes. Pero lamentablemente hoy por hoy, si alguien quiere estudiar guión en profundidad, no le queda más remedio que irse a Madrid o a Barcelona.

- ¿Es difícil hacerse un hueco, por pequeño que sea, en la industria audiovisual española?

Sencillo no es, desde luego. Lo que hace que esta profesión sea tan inestable es que los guionistas estamos obligados a conseguir proyecto tras proyecto. Normalmente, los que trabajan en televisión, son contratados por las productoras para proyectos concretos. Cuando el programa o la serie termina, su contrato también. Y para los guionistas de cine el juego es similar. Cuando consiguen vender un guión llegan al final de un proceso que les deja en el mismo punto en el que empezaron. Para vender otro guión, primero hay que escribirlo.
Hacerse un hueco en este sector consiste, supongo, en conseguir que el temido trance entre proyectos sea cada vez más corto. Y, que yo sepa, la única forma de conseguir esto es trabajando bien. Que tus compañeros se acuerden de ti cuando necesiten a alguien, que los profesionales con los que trabajaste hablen de ti cuando alguien les pregunte si conocen a un buen guionista o, la mejor opción de todas, que tu trabajo sea lo suficientemente exitoso como para que sirva como carta de presentación por sí mismo.
Cuando consigues algo de esto, sólo falta que alguien necesite un guionista en alguna parte, que haya trabajo. A veces ocurre.

- Hablando de industria, y de fan a fan de The Wire. ¿Que no se hagan en España series de la calidad de The Wire es culpa de los guionistas o hay que apuntar un poco más hacia arriba?

Es complicado decirlo. Esta pregunta surge bastante a menudo en blogs y foros de guionistas y te encuentras con opiniones para todos los gustos.
The Wire, por seguir tu ejemplo, es una serie producida por HBO, una cadena privada de pago americana con unos treinta millones de abonados que pagan religiosamente su cuota cada mes. La realidad para esta cadena es muy distinta a la de cualquier cadena española. Tienen mucho más dinero, es un hecho, y esto les permite ciertos lujos que aquí son impensables. Por ejemplo, pueden permitirse arriesgar con una serie como The Wire, que está dirigida a un público minoritario. Incluso entonar el que se joda el espectador medio”, una frase que pronunció David Simon, el creador de The Wire, y que se ha hecho bastante conocida.
Poner en pie una serie es muy caro, por eso las cadenas suelen ser conservadoras. Por supuesto, nada garantiza el éxito, pero sí hay unos proyectos más arriesgados que otros. En España suele apostarse por series generalistas, que buscan atraer a toda la familia, porque se entiende que es la opción más segura.
Pero hay más. Aquí la escritura del guión suele ir pegada a la emisión, porque así se puede dirigir la serie en un sentido o en otro dependiendo de la respuesta del público. Dar más protagonismo a un personaje o una trama que esté gustando, por ejemplo.
Puedes estar seguro de que los guionistas de The Wire contaron con bastante más tiempo para trabajar en el proyecto del que un guionista español ha tenido jamás trabajando en una serie. Además, pudieron pensar desde el principio en la totalidad de la serie, entendiéndola como un proyecto cerrado, independientemente de la respuesta del público. The Wire fue una apuesta arriesgada y podría haber fracasado, de hecho la primera temporada pasó bastante desapercibida, pero la cadena asumió el riesgo y dejó que los guionistas escribiesen la serie que tenían en la cabeza sin interferencias externas. El resultado ya lo sabes, una serie de culto.
En España estamos lejos de esto todavía, pero desde luego no es por falta de talento. Aquí se hacen series muy buenas con presupuestos muy ajustados y además, poco a poco se está arriesgando cada vez más. Ahora mismo tenemos series de ninjas, de vampiros, apocalípticas... ¿Quien nos lo iba a decir hace unos años?

- Alguna vez leí, no sé exactamente a quien, que sin un buen guión no se puede hacer una buena película, pero que sí que es posible hacer una mala película con un gran guión. Teniendo en cuenta la importancia del guión, ¿no resulta un poco decepcionante que al final casi todos los elogios se los lleven directores y actores? Sobre todo cuando nos alejamos de lo que se puede considerar el círculo de entendidos del séptimo arte... (No sé si me explico. Por ejemplo: Mystic River. Todo el mundo sabe que la dirigió Eastwood y que la interpretaron Sean Penn y Tim Robbins. ¿Pero alguien sabe el nombre del guionista?)

Pues sí, es así. Lo normal es que la gente haga referencia a las películas diciendo “quien sale” o qué película dirigió el director antes que esa. Y el eslogan publicitario: “Una película de...” es habitual, como si realmente un proyecto audiovisual pudiese ser obra de una sola persona. Pero en cierto modo todo esto es lógico. Los guionistas no son mediáticos. No son invitados a las ruedas de prensa ni pasan por los photocall. La gente no se sabe los nombres de los guionistas, no porque nos tengan manía, sino sencillamente porque sus nombres no son usados como estrategia de venta.
Pero incluso esto también está cambiando. Puede que a la gran mayoría no les suene el nombre de Brian Helgeland, guionista de Mystic River (por supuesto yo también he tenido que buscarlo), pero seguro que a más de uno sí le suene de algo el nombre de J.J. Abrams, creador de Lost, o el de Aaron Sorkin, guionista premiado con el Oscar al mejor guión por la La red social.
Es un proceso lento, pero la gente cada vez sabe más de cine, conoce en qué consiste el trabajo del guionista y sabe apreciar el trabajo que estos hacen.

- En casi todas las profesiones artísticas, uno tiene a algún profesional del sector como referencia. ¿Cuál es el tuyo dentro del mundo del guión?

La verdad es que no soy nada mitómano, pero si tengo que elegir y ya que hemos hablado de The Wire, me quedo con David Simon.
Después de ver esta serie, mi favorita, leí bastante sobre su trayectoria profesional y vi otros trabajos suyos. Me parece sencillamente un genio.

- En 360gradospress apostamos fuerte por las redes sociales. Vemos cómo están influenciando éstas al mundo del periodismo. ¿En qué medida suponen un impulso para el guionista? ¿Ofrecen nuevas posibilidades?

Internet y las redes sociales son el futuro, eso ya nadie lo pone en duda. Pero, al menos de momento, este nuevo modelo de negocio no está generando mucho trabajo para los guionistas. Es extraño, pero es así. Ahora mismo estamos en una especie de paso intermedio. La red se entiende como un escaparate en el que hay que estar, pero del que no se espera sacar beneficios porque todavía no se ha encontrado el modo de hacerlo. Esto tendrá que cambiar, está claro, y puede que entonces la red se convierta en una plataforma que emplee tantos guionistas como las cadenas de televisión. Pero me parece que todavía queda unos años para que esto pase.
Eso sí, la palabra multiplataforma ya se ha puesto muy de moda y la red tiene mucho que ver en esto. Significa que ahora mismo todo proyecto ha de poder explotarse en distintos formatos y para distintos medios. Aguila Roja, por poner un ejemplo, ahora mismo es una serie, una película, un juego on-line, un juego de mesa, un cómic... y, por supuesto, una web para su comunidad de fans, con su blog, su foro y su tienda on-line. Incluir esta palabra en un proyecto suma puntos.

- Por último, y para aquellos que nos lean y estén pensando o soñando con ser guionista. ¿Qué consejo les darías?

Que se asocien. Pertenecer a una asociación de guionistas es muy útil y probablemente ahora más que nunca porque estos últimos años las asociaciones españolas están muy activas. Allí podrán conocer a otros guionistas y resolver muchas de las dudas que se suele tener cuando se empieza.
Desde las asociaciones se está luchando por conseguir cambiar ciertas cosas en este sector y es fundamental que la gente que empieza a trabajar tenga toda la información posible. Por ejemplo, hay que acabar ya con la idea falsa de que para empezar a trabajar como guionista primero hay que demostrar que se es bueno y mientras tanto... lo normal es aceptar condiciones laborales precarias. Esto sencillamente, no es cierto.
Esta es una profesión vocacional y va a seguir siéndolo, pero las ganas de trabajar no pueden cegarnos. Los aspirantes a guionista no deberían llegar al sector laboral con las expectativas más bajas que los aspirantes a abogado o a arquitecto. Esta es una profesión como cualquier otra y el primer paso para conseguir que la industria respete nuestro trabajo es que nosotros mismos, los guionistas, nos lo creamos.