2 mar 2011

Cisne negro


Este fin de semana fui al cine a ver Cisne negro y me encantó. Tengo cierto gusto por lo complicado y esta película es de las que te obligan a pensar.
Digamos que Cisne negro no es ligera precisamente. Su visionado no te permite salir de la sala convencido de haber entendido todo por completo. Requiere cierta digestión. En estos momentos creo estar ya terminándola... y me temo que este post sea algo así como la excreción de ese proceso. Aunque no pretendo alimentarme con las vitaminas y nutrientes, sino más bien todo lo contrario. Mi intención es ofrecerlas aquí para que otros puedan nutrirse de ellas. Algo así como lo que hacen algunas aves con sus crías, a las que dan la comida regurgitada y a medio digerir. Ignoro si los cisnes negros regurgitan, pero en cualquier caso... ahí va.

Dicho en una frase y desde mi punto de vista, Cisne negro narra el proceso por el que una bailarina de ballet, tras conseguir el papel de su vida, logra interpretar a la perfección un personaje que le era ajeno por completo sacrificando su propia salud mental para conseguirlo.
El ballet ocupa un papel protagonista en la película, pero para mi el gran tema es la obsesión. El motor de toda la acción, lo que empuja a la protagonista a hacer todo cuanto hace, es su afán por superarse, por conseguir su objetivo. Y este no es otro que alcanzar la perfección, nada menos. Ella misma lo dice un par de veces a lo largo de la película. Su vida, su cuerpo, su mente, no importan, son secundarios. Lo único que existe para ella en el mundo es el ballet. Y superar el reto que supone interpretar los dos personajes femeninos protagonistas de El lago de los cisnes, su obsesión.
Este es el detonante. La ocurrencia del director del ballet de montar este gran clásico con una particularidad: los dos personajes rivales que centran la historia, el cisne blanco y el cisne negro, serán interpretados por la misma bailarina.
Cada uno de los personajes encarna ideales de belleza distintos y han de ser interpretados con una intención, un porte y una presencia distintos. El cisne blanco representa la pureza, la ingenuidad, la esperanza. Se trata de una reina hechizada que espera que su amado príncipe la rescate con un beso... Mientras que el cisne negro representa la sensualidad, la seducción, el engaño. Se trata de la hija del malvado mago que por medio de encantamientos se hace pasar por la reina para engañar al príncipe y convertirse en su esposa.
Es esto lo que provoca el conflicto. En la película, la protagonista tiene las dotes y el carácter perfectos para interpretar al cisne blanco. Pero, en condiciones normales, jamás habría interpretado el cisne negro. Por lo que tener que encarnar a los dos personajes se convertirá en el origen de sus problemas.
Lo más interesante de la película es el modo en que se narra este proceso. La obsesión de la protagonista por convertirse en el cisne negro la llevará a recorrer un camino sólo de ida a la locura.
Mis conocimientos sobre interpretación son muy limitados y tampoco soy psicólogo, pero tengo entendido que el trabajo que alguien debe hacer para convertirse en un personaje distinto a sí mismo conlleva cierto proceso psicológico. El actor o en este caso la bailarina, ha de identificarse con el personaje, empatizar con él, comprenderlo. El objetivo es mimetizarse con el personaje, convertirse en él a ojos del espectador durante el tiempo que dura la función. Puede hacerse mediante un fino control del cuerpo: la forma de andar, de hablar, de mirar, de moverse... manteniéndose en todo momento concentrado no en lo que se dice sino en cómo se está diciendo.
O puede hacerse yendo un poco más allá, implicándose emocionalmente, tratando de sentir realmente lo que le ocurre al personaje en carne propia para que proyectarlo al espectador sea un proceso más natural.
Pero Nina, el personaje protagonista de Cisne negro, da un tercer y peligroso paso. Está dispuesta a sacrificarlo todo para conseguir meterse en la piel del personaje y para ello rompe la barrera entre el escenario y su vida, el mundo real. Necesita experimentar su lado oscuro, descubrir si realmente lo tiene. No busca interpretar al personaje, busca convertirse en él. Y tratando de conseguirlo se acerca a Lily, una bailarina compañera y rival de Nina en la compañía de danza, que se revela por su carácter y forma de bailar como la candidata perfecta para interpretar al cisne negro. Sin duda, Lily habría sido la elegida para interpretar este papel si la decisión del director no hubiese sido que una misma bailarina interpretase ambos personajes.
La relación entre Nina y Lily se tornará enfermiza. Nina, de algún modo inconsciente, quiere convertirse en Lily, pero al mismo tiempo le tiene miedo. Quiere aprender de ella, tomar lo que en ella es innato y utilizarlo en el escenario. Lily personifica su obsesión porque epresenta lo que ella quiere conseguir.
He leído en alguna entrevista que Darren Aronofsky, el director de la película, considera Cisne negro como una variante del Hombre lobo. No estoy del todo seguro en qué sentido lo dice, pero sí que se intuye cierto paralelismo. El hombre que se sabe potencialmente bestia teme el animal que lleva dentro, pero al mismo tiempo es consciente del poder que esta capacidad le otorga y no duda en utilizarlo llegado el momento. Este dilema se refleja perfectamente en más de una versión del Hombre lobo. Y precisamente es algo así lo que le ocurre a Nina. Su bestia, su lobo, es el cisne negro y todo lo que él representa. En la película se asocia con el sexo, la lujuria y la locura. Lo primero porque son rasgos que definen al personaje de El lago de los cisnes y lo último porque Nina no es así pero se esfuerza tanto por conseguir serlo que acaba sufriendo un trastorno de personalidad. El cisne blanco y el cisne negro luchan dentro de sí misma apoderándose de su cuerpo por turnos como si de una transformación se tratase. De hecho, la película ofrece una imagen literal de esta transformación.
Además, la película utiliza una serie de símbolos que funcionan a la perfección. El tatuaje de unas alas negras que Lily lleva en la espalda, simbolizan que ella es el cisne negro perfecto, la bailarina con las cualidades adecuadas para encarnar este personaje. Mientras que el sarpullido que Nina sufre en su espalda durante toda la película simboliza lo enfermizo, doloroso y traumático que supone para ella convertirse en el cisne negro. Lo que para una resulta algo natural para la otra supone casi un imposible.
Pero hay más símbolos, de hecho, creo que excepto la protagonista todos los personajes lo son. La historia se centra en ella, en su búsqueda de la perfección, y el resto de los personajes están ahí cumpliendo una función muy concreta. Como ya hemos dicho Lily personifica su obsesión, de algún modo quiere ser como ella cuando baila el cisne negro.
Su madre personifica el fracaso. Nina le recuerda continuamente, casi acusándola, que ella no consiguió triunfar y la desprecia por ello. Para Nina su madre se convierte en un recuerdo constante de lo que no quiere ser. Únicamente se identifica con ella, la abraza llorando en busca de cariño y comprensión, cuando cree que no va a ser elegida como reina cisne después de una audición.

Del mismo modo Beth, la bailarina estrella del ballet a la que Nina substituye como nueva bailarina principal de la compañía, personifica el riesgo, el peligro que acecha como consecuencia por perseguir la perfección. Esta bailarina lo ha sido todo, Nina la admira, quiere ser como ella. Al principio de la película vemos como Nina roba algunos objetos de su camerino, pequeños fetiches que la ayudarán a creerse como ella. Pero cuando Beth es substituida, cuando su reinado termina, enloquece. Nina la observa identificándose con ella, sabiendo que corre el riesgo de terminar del mismo modo. Hacia el final, Nina le devuelve sus cosas. Esto puede entenderse como una señal de respeto, pero también como un intento por separarse de ella. Nina siente que poco a poco está perdiendo el control y necesita autoconvencerse de que, a diferencia de Beth, ella conseguirá alcanzar la perfección sin caer en la locura.



Y por último Leroy, el director del ballet, personifica al público, a la crítica, al listón que hay que superar. La perfección es algo relativo e incluso subjetivo. Alcanzarla para Nina se identifica con gustar a Leroy y para conseguirlo hará lo que sea necesario. Es un catalizador, un objeto de deseo, puesto que obtener su aprobación, o mejor todavía su admiración, significará que ha alcanzado su objetivo.

En definitiva, cada personaje cumple una misión en esta historia, está ahí por algo. Personifican sentimientos, miedos, aspiraciones... en Cisne negro todo parece tener una doble lectura en clave psicológica. Sin duda, una forma inteligentísima de narrar a través de acciones y personajes lo que está ocurriendo en el interior de uno de ellos.

1 comentario:

  1. Tio, sabía que eres un tío interesant des de que et vaig coneixer al concert de Macaco, perooo.... m'encanta com escriu!! És una de les meues aficions pero ni de conya puc arrimar-me a algo així!!

    Des d'ahir i mentres et dignes a escriure tant i tan bé... vaig a ser fan teua!!!

    Muakss!!!

    Begoña

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