25 jun 2012

Gondolero en el desierto


Este post fue publicado en Guionistas Vlc el 4/6/2012.
Cuando trabajas en una productora tienes fechas de entrega marcadas en rojo en el calendario o reuniones a las que hay que acudir con algo que enseñar debajo del brazo o, lo más motivador de todo, gritos desde el despacho del fondo. Todo esto son estímulos para escribir.
No digo que sea la mejor de las formas para motivarse, ni mucho menos, pero cuando tu sueldo depende de que cumplas con los plazos, sencillamente escribes.
Pero ¿qué pasa cuando nadie te está esperando? ¿cuando no hay plazos? ¿cuando nadie grita? ¿cuando no hay, ni siquiera, un proyecto sobre la mesa? Pues pasa que la tendencia natural de todo ser humano es dejar de escribir.
Los guionistas, aunque en algunos casos cueste creerlo, también somos seres humanos. Por lo que seguir escribiendo no siempre nos resulta fácil, ni mucho menos.
Sumemos a esto el hecho de que ser guionista en Valencia ahora mismo es casi lo mismo que ser gondolero en el desierto. Lo que mejor sabes hacer no te sirve de gran cosa.
Supongo que en esta situación lo lógico sería dedicarse a otro menester. Criar camellos, guiar rutas turísticas, construir haimas. Pero no. Cada día veo a mis compañeros guionistas trabajando en sus proyectos personales, remando en la arena.
Pues bien, hoy quiero darles las gracias por eso. Porque hay días en los que me apetece bajarme de la góndola, pero ellos no me dejan.
Por muy mal que me vayan las cosas no creo que deje de escribir nunca, pero una cosa es tomarse la escritura como un hobby, algo que se hace en los ratos libres después de trabajar, y otra muy distinta empeñarse en vivir de esto cueste lo que cueste.
Recuerdo que cuando estudié guión en la UIMP de Valencia, en un máster organizado por la desparecida FIA, nos dijeron que la principal virtud que debía tener un guionista era la constancia. Esto es una carrera de fondo, nos decían. En aquel momento no entendía hasta qué punto aquellas palabras eran una verdad absoluta.
Hay algo de inconsciencia en querer ser guionista, de salto al vacío, de apuesta por uno mismo y por lo que se quiere.
Nadie triunfa todo el tiempo. De hecho, lo normal es fracasar varias veces hasta que se consigue un éxito y después volver a fracasar. Perder la fe en ti mismo, llegar a la conclusión de que realmente no vales para esto, es algo a lo que tienes que enfrentarte a diario.
Cuando estás trabajando has de ser capaz de cumplir con los plazos, de superar las presiones, de vencer tus inseguridades… pero mientras tanto, como en tu contrato pone que eres guionista, eso no se cuestiona.
El problema viene cuando ya nadie te paga por escribir nada. Seguir sintiéndote guionista no siempre es fácil. Y sí, hablo de sentimientos porque esta es una profesión que los necesita. Hay muchas formas de ganar dinero y escribir guiones no es precisamente la más fácil, ni la más rápida. Me atrevo a decir que todos los que pretendemos dedicarnos a esto amamos la profesión. Sólo eso explica que cuando vienen tan mal dadas como ahora sigamos empeñados en escribir cada día. Sólo eso explica que cuando los que deberían encargarse de hacer todo lo demás para que nosotros pudiésemos dedicarnos sólo a escribir la fastidian, nos liemos la manta a la cabeza y nos pongamos a hacer su trabajo. Muchas veces mejor que ellos.
Viéndoos al final me he creído que el agua volverá al desierto. Parecéis tan capaces de conseguirlo que últimamente estoy remando más fuerte que nunca. Espero que la nube de polvo no me ahogue…
De hecho, me he convertido en un experto en tenderme emboscadas. Situaciones de las que sólo puedo escapar escribiendo.
Me invento mis propias fechas de entrega y os nombro jefes por turnos. Vosotros no lo sabéis, pero cada vez que quedamos a tomar un café, que leéis algo mío o que vamos al cine, nos estamos reuniendo, estamos valorando un proyecto o nos estamos documentando. No paramos de trabajar.
A veces, cuando me siento delante del ordenador sin ganas de escribir una palabra, cojo el teléfono y llamo a alguno de vosotros. Quedar esa misma tarde o al día siguiente, se convierte en un motivo para escribir. Porque sé que en algún momento hablaremos de aquello en lo que estás trabajando tú y que antes o después querrás saber cómo van mis proyectos. Odio no tener nada que contar.
Me estáis empujando a seguir y ni siquiera os lo he pedido. Así que nada, sólo quería deciros eso, que gracias. Seguid remando que yo os acompaño.

4 jun 2012

Mover proyectos


Este post fue publicado en GuionistasVLC el 16/05/12
Cuando creo que he encontrado una buena idea, normalmente, siento un impulso irrefrenable que me empuja a contársela a todo el mundo. El problema es que cotejar la opinión de otros respecto de tus ideas suele aplacar bastante los ánimos. La mayoría de las veces, donde esperabas ver caras de admiración, halagos desbordados y acalorados aplausos, encuentras frases condescendientes empujadas más por la corrección social que por un verdadero reconocimiento del mérito. Lo admito, no todas las ideas que se me ocurren son brillantes.
Pero de vez en cuando, muy de vez en cuando, alguna idea en concreto consigue reacciones algo más efusivas en la gente, o peor, yo ya me he emocionado tanto con ella que es suficiente que alguien diga algo como: “¡Ja! No está mal” para que yo ya me venga arriba del todo.
Cuando esto ocurre, a esta fase de iluminación le sigue una larga fase de transpiración. Entre una simple idea y un proyecto firme suelen mediar largas horas de trabajo. Y cuando terminas, si la cosa ha ido bien, tienes todavía más ganas de mostrar al mundo esa idea que antes de empezar. Pero hay que refrenar ese ansia. No puedes ir por ahí exhibiendo tus cositas a cualquiera. Hay que encontrar a alguien especial.
Lamentablemente que un proyecto llegue a realizarse no depende exclusivamente de que sea bueno. El factor suerte tiene mucho que decir en esto. Llegar en el momento justo al lugar adecuado puede suponer la diferencia entre el éxito y el fracaso.
A Norville Barnes, el personaje creado por los hermanos Coen en El gran salto, le bastó un círculo dibujado en un papel arrugado para colocar una idea que le haría millonario. Pero vamos a suponer que no todos tenemos tanta chiripa. Normalmente en los despachos no hay gente tan predispuesta a producir nuestras ideas como lo estaba el personaje interpretado por Paul Newman en la misma película. Por lo que lo de meterse un papelito con la idea dibujada en el zapato y esperar una oportunidad no suele funcionar. Es más probable que ese papelito te acabe produciendo una desviación de columna, a que acabe encima de la mesa adecuada. Y, para entonces, seguramente te digan que tu proyecto apesta.
Así que, una vez descartada la técnica del zapato, veamos otras opciones.
Precisamente, mira tú qué casualidad, he empezado a mover un proyecto recientemente. Un proyecto de concurso de televisión para ser más exactos. Por lo que llevo algunas semanas pidiendo la opinión de casi todo el mundo que conozco y que tenga algo que ver con televisión para tratar de elaborar un plan infalible que llevase este proyecto a la pantalla de vuestro televisor y algo de dinero a mi cuenta corriente. Y, después de esta investigación, he llegado a la conclusión de que aquí cada uno se las apaña como puede.
Me temo que no hay una única forma correcta de hacerlo, no he encontrado ningún plan infalible, por lo que me limitaré a contaros resumidamente los pasos que he ido siguiendo yo. Si estos pasos conducen al éxito o al fracaso todavía es un misterio en mi caso, pero pensad que en realidad da lo mismo. Haciendo justo lo mismo dos ideas diferentes pueden obtener resultados muy distintos, por lo que quedaos con lo que os interese y olvidad el resto.
1º Desarrollar la idea. Lo que en un primer momento puede parecer una idea brillante no siempre lo es. Dedica un tiempo a analizarla detenidamente, estudia todas sus posibilidades y desarrolla todo eso por escrito tratando de plasmar la idea de tal modo que alguien que no sepa nada de ella pueda entenderla lo más rápidamente posible. Después pide que alguien de confianza, a ser posible con experiencia profesional en el medio, te dé su opinión. Gracias Teresa Diez.
Deja pasar un tiempo, madura la idea y reescribe hasta llegar a una nueva versión de lo que ya debería empezar a parecerse a un dossier.
No me detendré ahora a explicar qué debería contener un dossier, pero tened en cuenta que en esto tampoco hay una regla infalible. Los puntos a desarrollar en un dossier dependerán de lo que la propia idea necesite. Pero todo dossier debe tener un único objetivo, expresar la idea de la forma más directa y sencilla posible. Si consigues esto habrás conseguido lo que buscabas, que esa idea que te empujó a dedicarle tantas horas de trabajo llegue nítida a aquel que lea el dossier. Si la idea es buena y la persona que has elegido no es idiota, podrá verlo.
2º Cuida la presentación. La idea es lo más importante, vale. Pero para que llegue a alguien se necesita un medio. Si muestras la mejor idea del mundo en un papel arrugado, mal impreso y con faltas de ortografía, difícilmente llegarás muy lejos. Por eso es importante dedicar un tiempo a cuidar la presentación.
Si tienes lo medios y la idea lo permite, lo mejor es que grabes un piloto. Es mucho más cómodo darle al play que leer un dossier y además, en un piloto puede detectarse mucho más rápido el tono del proyecto. Al poner en acción una idea en el formato para el que fue concebida es cuando realmente se ve si la idea funciona o no. Si el piloto queda bien, la venta será mucho más sencilla.
Pero si, como a mí, no te es posible llegar tan lejos, lo mejor que puedes hacer es invertir tiempo en la maquetación y el diseño gráfico del dossier.
Si además de bien redactado, un dossier está bien presentado, resulta agradable de ojear y de leer, y reparte bien las dosis de información para que el lector vaya descubriendo algo nuevo y atrayente cada cierto tiempo durante la lectura, estarás vendiendo algo más que la propia idea, estarás proyectando una buena imagen de ti mismo como guionista profesional.
Por suerte, para esta parte del proceso conté con la colaboración de un amigo y diseñador gráfico excelente. No os perdáis la web de Jose Llopis. Gracias a ti también compañero.
3º Registra el proyecto. Nada te asegura que no acabes tropezando con un gilipollas que decida producir el proyecto sin pagarte nada ni contar contigo. Pero, al menos, hay que protegerse tanto como sea posible por si eso llega a pasar. Lo ideal es registrar el proyecto en el Registro de la Propiedad Intelectual. Pero no siempre se puede.
Tengo entendido que en Madrid y Barcelona lo admiten todo, pero en Valencia, que somos muy de cumplir la ley de Dios y de los hombres a rajatabla, sólo se admiten obras acabadas. Es decir, que puedes registrar el guión de un largometraje o el piloto de un programa, pero no es posible registrar proyectos. En otras palabras, no es posible registrar ideas.
Esto, para qué andarnos por las ramas, es una putada. Pero tiene sentido. Estuve un buen rato debatiendo sobre el tema con la funcionaria del registro que no admitió mi dossier como obra literaria. Allí se dijeron cosas como que una idea, por muy detallada que esté, es algo intangible. Y que registrando el dossier de un proyecto que todavía no se ha desarrollado lo único que estaríamos registrando sería las palabras que aparecen en dicho dossier y el orden de las mismas, pero no la idea en sí. Yo insistí. Lo único que necesitaba era una prueba de que un servidor estaba en posesión del dossier en una fecha concreta. Si más tarde alguien se apropiaba de él sin mi consentimiento yo podría aportar esa prueba para intentar demostrar que el proyecto es mío. Pero nada.
Por supuesto, si eres valenciano puedes hacer el registro en otro sitio o telemáticamente, pero siempre quedará la duda de si en un tribunal dicho registro se admitiría como prueba o no teniendo en cuenta que registrar una obra inacabada viola la ley que regula el propio Registro de la Propiedad Intelectual.
Hablo de tribunales porque, lamentablemente, este será el único momento en que puedas intentar hacer servir como prueba algo de esto, cuando ya te la hayan clavado y hayas llegado hasta el final para tratar de demostrar que el proyecto con el que el señor X se está lucrando era tuyo.
Una vez asumido que en el registro no nos quieren, parece que sólo quedan tres opciones. La primera es grabar el piloto aunque sea con dos colegas y una cámara doméstica. Ese video, por cutre que sea, podrá registrarse como obra audiovisual. Absurdo pero cierto.
Otra opción es acudir a un notario para que levante un acta notarial en la que se acredite que efectivamente fulanito a fecha tal se encontraba en posesión del documento cual. Esto vale una pasta. Un consejo: Los notarios cobran por hoja, por lo que si decidís optar por esta opción os conviene imprimir el dossier a doble cara y en un formato resumido. No seáis cutres, pero tampoco vayáis con un dossier impreso en Arial 14.
La última opción, mucho más económica y rápida pero probablemente menos fiable a la hora de ser usada como prueba en un tribunal, es enviarse a uno mismo el dossier por correo certificado. Cuando recibas el sobre guárdalo a buen recaudo y no lo abras. Ignoro si a día de hoy se ha admitido un sobre certificado cerrado como prueba en un juicio, pero hablando con abogados me han dicho que, llegados a ese punto, lo mejor que se puede hacer es acudir a un notario con el sobre cerrado y pedirle que levante acta de que efectivamente dicho sobre estaba cerrado, que no existían indicios de que hubiese sido manipulado y haciendo constar la fecha del envío y el contenido del sobre. Al final pasas igual por un notario, pero sólo cuando ya sabes que vas a necesitar esa prueba en un juicio.
El problema es que los sobres de correos, por muy certificados que estén, son de papel, y la fiabilidad de ese sobre como prueba es tan válida como una colección de emails entre el acusado y el demandante o un testigo que acredite que pudo leer el proyecto del demandante en una fecha u otra.
Es evidente que aquí tenemos un problema. El riesgo siempre está ahí. Pero no puedes tener miedo a mostrar tu proyecto. Se cuidadoso, elije la opción que más te convenza y, sobre todo, selecciona bien a quien muestras tu dossier. Pero no lo escondas en un cajón por miedo a que te lo plagien.
4º Diseña una estrategia de venta. Antes de dar un solo paso hay que estudiar cómo está el mercado. Tienes que ser muy consciente de qué estás vendiendo y tratar de encontrar al mejor comprador posible.
Por ejemplo, como en mi caso, si lo que tienes es un proyecto de concurso televisivo, lo mejor que puedes hacer es ver qué productoras están produciendo concursos actualmente, investigar su política de recepción de proyectos y tratar de conseguir el contacto directo de la persona que se encargue de recibirlos y valorarlos. Después, lo mejor es pedir una reunión para poder defender el proyecto personalmente.
Nadie conoce el proyecto mejor que tú, has de saber hacer valer esto. Por muy buen trabajo que hayas hecho con el dossier siempre tienes que dar la sensación de que con ese documento no es suficiente porque tú puedes aportar muchas más cosas de las que has incluido en el dossier.
5º Espera. Este punto probablemente sea el más difícil de todos. Vender un proyecto es complicadísimo. No basta con tener una buena idea y haber hecho un buen trabajo en todos los pasos anteriores, hay que encontrar a la persona adecuada en el momento justo. Por eso hay que armarse de paciencia (esto me lo estoy diciendo a mí mismo).
Ojalá pronto escriba un post titulado: NEGOCIACIÓN Y VENTA DE PROYECTOS.
Deseadme suerte.