18 feb 2011

De gratis nada

El pasado día 11 fui invitado por Guionistas VLC a publicar como firma invitada en su blog. Este post fue mi pequeña aportación.


¿No os habéis parado nunca a pensar lo ridículo que resulta el hecho de que la gente tenga televisores de plasma Full HD en sus casas, pero vean las películas o sus series favoritas en archivos Divx con unas calidades de audio y video propias de la edad de piedra? ¿Por qué está ocurriendo esto?

No creo que haya ningún atractivo especial en poder contar los píxeles de cada imagen o en escuchar los diálogos con eco. Debe tratarse más bien de algún tipo de desfase. Algo debe estar empujando a la gente a desperdiciar tan descaradamente las prestaciones de sus caros electrodomésticos.

La razón de todo esto habrá que buscarla en internet. Y no me refiero a preguntárselo a Google.

Toda una nueva generación de españoles ha crecido compaginando la televisión con el ordenador y de un modo completamente natural han encontrado su propia forma de consumir lo primero a través de lo segundo.

Esto es más que palpable en la calle. Cuando un grupo de amigos habla sobre las últimas películas que han visto o las series a las que se han enganchado y ocurre que alguno de ellos no ha visto algo de lo que se está recomendando, la cosa suele acabar con la expresión: Pues quedamos y me lo pasas.

Además, en todos los grupos de amigos suele haber un enfermo no diagnosticado de “Diógenes Digital”. Se caracteriza porque su patología le empuja a almacenar compulsivamente gigas y gigas de series y películas en sus discos duros como si realmente fuese a verlo todo algún día, cuando es matemáticamente imposible a menos que viva doscientos años y no haga otra cosa el resto de sus días.

Las cosas ahora mismo funcionan así y es lógico. Internet ofrece la posibilidad de consumir cine y televisión con toda una serie de ventajas añadidas. Es posible ver lo que se quiere cuando se quiere, sin cortes publicitarios y sin necesidad de esperar a que ninguna televisión lo programe. Eligiendo entre versión original o con subtítulos. Pudiendo rebobinar o usar el pause para ir al baño cuando apetece y no cuando el corte publicitario lo permite. Y, por supuesto, todo gratis...

Parece que los españoles llevamos grabado a fuego en los genes un amor incondicional por todo lo gratuito. Se nos nubla la vista y no nos deja ver más allá. Da igual cual sea el argumento del contrario, cuando alguien dice: Ya, pero esto es gratis. La palabra GRATIS se convierte como por arte de magia en sinónimo de superior a todos los niveles y en todo momento bajo cualquier criterio. Es un argumento inapelable.

Pero algo falla en todo esto. Básicamente que DE GRATIS NADA. ¿O es que con el euro se nos ha olvidado lo de que nadie da un duro por cuatro pesetas? Claro que estamos pagando... la pregunta es ¿a quién?

Si un español quiere tener internet en su casa, tiene que pagar de media la “ridícula” cantidad mensual de cuarenta euros. Evidentemente si lo pagamos es porque a través de internet podemos acceder a toda una serie de servicios y contenidos. Internet en sí no sirve para nada, es un medio de comunicación, el valor está en el contenido. Pero parece que esto se nos olvida, en nuestra cabeza la cuota mensual queda arrinconada y cuando accedemos a la red o nos descargamos una película tenemos la sensación de estar haciéndolo gratis. Pues no, revisad vuestros buzones, seguramente encontréis alguna que otra factura por vuestra conexión a internet. Estamos pagando y no poco.

Pero por alguna extraña razón no nos importa que ONO, Jazztel, Telefónica, o Vodafone se lleven nuestro dinero. Ni tampoco parece molestarnos que los de Series Yonkis consigan también sacar su tajada abarrotando la web de publicidad. Debe ser que valoramos mucho el mérito que tiene catalogar y colgar un archivo en una web. En cambio, hay a quien no le parece bien que los creativos, aquellos que trabajaron en las series y las películas que consumen, se lleven la parte que les corresponde por su trabajo.

¿A qué viene tanto revuelo? ¿Por qué los creadores tenemos tan mala prensa? ¿Hay alguien a quien le interese todo este jaleo?

Con el audiovisual está pasando lo mismo que con la agricultura o la ganadería. Los que realmente hacen el trabajo se llevan una pequeña parte y los que se lo acaban llevando crudo son los intermediarios. El problema es que estos intermediarios han conseguido hacer creer a la gente que están de su lado y que los creadores somos algo parecido a unos contrabandistas que exigen una especie de impuesto revolucionario que encarecerá todavía más sus facturas. Les interesa que crean eso, obviamente, porque si tienen que empezar a pagar por algo que hasta ahora conseguían sin tener que rendir cuentas con nadie... ¿De dónde va a salir ese dinero? ¿Quién va a pagar? Ellos ya han decidido que tendrá que pagarlo el consumidor y han conseguido que la gente crea que no hay otra opción.

No podemos permitir que esto ocurra, porque sencillamente no es cierto. Tenemos el internet más lento y caro de Europa, y algunos han estado ganando demasiado dinero con esto. Ha llegado el momento de que recorten su margen de beneficios para que otros podamos percibir nuestra parte, una parte que nos corresponde por derecho. Y esto, por más que se empeñen en negarlo, no perjudica en nada al consumidor, porque no es necesario encarecer nada, han encarecido ya tanto los precios que basta con repartir de otro modo el pastel. Va siendo hora de que tengamos un internet en serio que nos ofrezca unos niveles de calidad dignos en relación a lo que ya estamos pagando, tanto en velocidad como en calidad de archivos.

Las descargas legales son posibles, pero puede que haya algunos a los que este argumento no les convenza. Muchos se han dejado llevar por la idea del todo vale y han enarbolado la bandera de la cultura libre como si supiesen de lo que están hablando. Pero esto antes o después tendrá que cambiar. Y tendrá que hacerlo por una sencilla razón, el audiovisual es un negocio, si deja de ser rentable dejará de producirse. Por lo que si la gente quiere seguir viendo cine o series de calidad, de algún modo habrá que procurar que los profesionales del medio puedan seguir ganándose la vida con ello.

Vivimos una época de transición. La red está produciendo un cambio en los hábitos de consumo y la continuidad del anterior modelo de negocio está sentenciada. El nuevo modelo está por hacer y la primera tarea que tenemos pendiente es conseguir que el gran público entienda la importancia del papel que juegan los creadores en él.

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