9 ene 2012

¿AH-64 o X2?


Este post fue publicado en GuionistasVLC el 28/12/2012.


Cuando me ofrecieron entrar a formar parte de la plantilla de Guionistas VLC me sentí agradecido. Es un blog potente que lee mucha gente, pero no estaba seguro de querer aceptar. Llevo mucho tiempo manteniendo mi blog en solitario y estoy acostumbrado a hacer lo que me da la gana, a mandar. Todavía no sabía hasta qué punto, pero estaba seguro de que entrar a formar parte de un equipo me traería problemas.
De todas formas insistieron. “Vente un día a la oficina y hablamos”, me dijeron. Tuve que hacer un hueco en mi apretada agenda y no fue fácil, pero al final fui a finales de esa misma semana.
Al llegar, fue Gabi quien me abrió la puerta. Me invitó a pasar y me ofreció tomar algo mientras preparaba la reunión. Pedí un güisqui con hielo, no suelo tomar vodka por las mañanas, aunque sospecho que a Gabi le habría gustado que aceptase algo de mate.
Sentado en la recepción me llamó la atención la calidad de los muebles. No había muchos, un par de sofás de cuero y una mesa de caoba, pero todavía olían a nuevo y juraría que eran de piel auténtica. Parecía que el negocio no les iba mal.
A los pocos minutos me hicieron pasar a la sala de reuniones. Era enorme, con techos altos, un ventanal gigante desde el que podía contemplarse el skyline de Valencia y con una mesa ovalada de madera casi más grande que la sala justo en el centro.
Encima de la mesa estaban amontonados los doce tomos de la Enciclopedia Británica y justo detrás estaba Paco tomándose la tensión. Le saludé y me dijo que se acababa de comprar un aparato cojonudo que le medía la tensión hinchándose y deshinchándose automáticamente cada cinco minutos y medio. El aparato emitía unos pitidos agudos muy molestos, pero según dijo Paco, aquello significaba que todo iba bien.
Me senté a su lado, disimulando una sonrisa. Todo el mundo sabe que la tensión es un invento de las farmacéuticas para vender más medicamentos, pero se le veía tan entretenido con su juguete nuevo que no quise decirle nada.
En ese momento, una pantalla gigante que había al final de la sala se encendió y apareció la cara de Martín a 54 pulgadas. Nos saludó y dijo que estaba en Londres o en Madrid o no sé donde... La verdad es que podría haber estado perfectamente en la habitación de al lado. Entre lo cerca que tenía la cámara y esos rizos, no conseguí ver nada de lo que había a sus espaldas. Digo yo que podría haber tenido el detalle de hacer como los corresponsales en los informativos y dejar que viésemos al fondo el Big Ben o la Plaza del Sol, no sé, algo.
Solo faltaba Chon. Fue entonces cuando me dí cuenta de que justo delante de una de las sillas había un cartelito escrito a mano en el que podía leerse: “Ahora vuelvo”. Gabi, Paco y el corresponsal sin croma me explicaron que ese cartel llevaba allí varios meses y que había otro idéntico encima de la mesa de su despacho. Los tres coincidían en que seguramente Chon debía estar a punto de llegar, pero que era mejor ir empezando la reunión. Ya le pondríamos al día cuando llegase.
Gabi fue al grano. Necesitaban a alguien más en el equipo. Me explicó algo de una subvención, apuntó que los patrocinadores no estaban muy contentos y dejó caer algo de una organización de la que no quiso explicarme mucho y sobre la que preferí no insistir. Al parecer la cosa era que se habían comprometido a escribir cierto número de post al mes y no daban abasto.
Al principio fue fácil, me contaron. Cuando empezaron con el blog tenían muchas ganas de demostrar que se merecían el sueldo y las ideas se les acumulaban de tal forma en la cabeza que llegaron incluso a usar más de una idea por post, un derroche, una locura. Pero poco a poco empezaron a agotarse.
Por ridícula que sea la cantidad, al final todo el mundo se acostumbra a su sueldo y empieza a pensar que merece más. Entonces el día a día empieza a hacerse tedioso y eso para un guionista es mortal.
Habrían desmantelado el blog y tirado cada uno por su lado en ese mismo momento si no fuese porque los acuerdos, contratos y subvenciones les obligaban a seguir.
Fue entonces cuando se les ocurrió la gran idea de las “firmas invitadas”. Tiraron de contactos y consiguieron engañar a decenas de personas para que escribiesen gratis. Aquello era como el timo de la estampita. Cada viernes publicaban el post de alguien al que no habían pagado. Bueno, después me contaron que alguno sí que pidió algo a cambio, pero no fue dinero.
Esta idea les permitió seguir un tiempo, pero estas últimas semanas habían estado otra vez con el agua al cuello. Así que tuvieron que tomar la decisión de contratar a alguien más y repartir el pastel.
Podrían haber llamado a cualquiera pero me llamaron a mí porque ya habían conseguido engañarme tres veces como firma invitada y pensaron que seguramente aceptaría por poco. Pero cometieron el error de citarme en el despacho y hablar más de la cuenta.
Si me lo hubiesen dicho en un bar de la calle Padre Tomás Montañana, por ejemplo, habría colado. Pero en medio de todo aquel lujo yo sumé dos y dos y rápidamente me di cuenta de que podía pedir mucho más.
Al principio no querían ceder, pero cuando les amenacé con tirar de la manta claudicaron. El termostato se había roto hacía unos días y allí dentro hacía mucho frío. Lo de tirar de la manta habría sido cruel, pero lo habría hecho de haber sido necesario. ¡Qué narices! Habría meado en el brasero si me hubiesen obligado.
Rápidamente nos pusimos de acuerdo en una cifra. Era obvio que el dinero no era problema para ellos. Pero la negociación llegó a un punto muerto cuando negociamos la plaza de garaje.
Cuando construyeron el edificio no pensaron que tal vez algún día alguien más trabajaría en el blog y solo había cuatro plazas de garaje. Martín tenía aparcado el Lotus en la suya porque cuando sale de Valencia le gusta ir de alternativo. Paco y Gabi usan la suya todos los días y en la de Chon hay un cartelito, así que decidieron que a mi me tocaba aparcar en la calle. Pero yo por ahí no pasaba.
Estuvimos negociando durante horas, estudiando todas las posibilidades. Hicimos planos del garaje para ver si colocando los coches de otra forma conseguiríamos aparcar los cinco, pero era físicamente imposible. Yo propuse un sistema de rotación por el que cada semana aparcaría uno de nosotros fuera, pero Martín se puso especialmente pesado diciendo que por nada del mundo dejaría su Lotus en la calle.
Estuvimos a punto de llegar a las manos, pero fue Paco, entre pitido y pitido, el que tuvo la gran idea. ¿Y si habilitábamos un helipuerto en el tejado? La idea me encantó desde el primer momento. Así que nada, cada dos semanas publicaré un post aquí y mañana empiezo mi instrucción como piloto de helicópteros.
Ahora el problema es decidirme entre un modelo. De momento estoy entre estos dos, el Apache AH-64 y el X2 Attack. Uno tiene misiles y el otro es el más rápido del mundo. No me decido... ¿Qué me aconsejáis?

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