Ha llegado septiembre y
con él los coleccionables en los quioscos. Hay de todo, pero ninguno para guionistas. ¡Hasta ahora! Aquí os traigo nada menos que un coleccionable en un
solo fascículo con las mejores soluciones de guión de todos los
tiempos. ¡No os lo perdáis!
Consejos románticos:
Si su historia no gusta a
las mujeres puede que sea porque le falta romanticismo.
¡Pero no desespere!
¡Convierta a su protagonista en un galán en una sola secuencia!
¿Cómo?
Aunque su protagonista
sea un despiadado asesino capaz de quitar la vida a doce hombres
antes incluso de echar la primera meadita de la mañana, basta con
que justo después le lleve el desayuno a la cama a su mujer para que
la historia cambie por completo. Tras este gesto, todo el mundo
entenderá que en realidad es buena persona y que si mata, es porque
no le queda más remedio.
En el cine, no hay mayor prueba de amor que llevar el
desayuno a la cama a alguien, pero si además ha tenido el detalle de
untar la mantequilla en las tostadas, estamos ante una prueba
irrefutable de amor verdadero para toda la vida.
Pero los personajes
adultos no son los únicos que pueden arrancar una lágrima al
respetable, ni mucho menos. Los niños pueden ser incluso más
efectivos que un hombre con una bandeja.
Si quieren dejar claro
que una niña o niño quiere mucho, pero mucho mucho, a su madre y crear una de esas secuencias inolvidables, lo
mejor es que el niño pinte un dibujo a su madre en el que aparezcan
ambos cogidos de la mano. Este tipo de dibujos pueden completarse con
un árbol o una casa al fondo. Y si queremos asegurarnos de que todo el mundo
lo entienda, el niño puede haber escrito algo como “Yo” y “mamá”
debajo de los dibujitos. Puede parecer redundante, pero siempre hay
algún despistado que no lo pilla.
Eso sí, aclaración, si
su personaje es una mujer que desayuna en la cama por cortesía de su
marido y acto seguido su hijo le da un dibujo en el que aparece toda
la familia, más le vale tener una buena enfermedad terminal
preparada o, en su defecto, una banda terrorista con ganas de raptar
a alguien a punto de aparecer, porque... querido amigo guionista: La
felicidad no gusta.
La felicidad de un
personaje sólo es útil justo al principio, para que la gente
entienda lo chungo que es todo lo que le pasa después, o al final de
la historia, por aquello de dejar un buen sabor de boca.
Pero seamos francos.
Atendiendo al consejo anterior, si un personaje es tan feliz, lo más
probable es que muera pocos minutos después de desayunar. Esto
podría parecer una desgracia, pero esto es cine y usted guionista,
por lo que la desgracia humana, el conflicto y las situaciones límite
son lo que le da de comer, regodéese.
Asegúrese de que justo
antes de morir esta madre modelo y su hijo se grabasen con una
cámara doméstica riendo mucho y dando besos a discreción. De este
modo, el niño podrá pasarse el resto de la historia atormentándose
a sí mismo viendo en bucle dicha grabación. Incluso el padre podrá pasarse a alguna que otra sesión de cine familiar de vez en cuando.
Otra opción es que le
regalase un colgante, un anillo, un penique de la suerte o cualquier
objeto que quepa en un bolsillo. El personaje no se separará de él
hasta el final de la película, cuando consiga superar la muerte de
su madre. Pero mientras tanto, acariciará el objeto cuando esté
triste y luchará a muerte contra cualquiera que intente quitárselo.
Y para terminar con los
consejos dedicados al amor en el cine, dediquemos una líneas a la
amistad.
Los colegas muy colegas
se saben las mismas canciones. Eso es así. Por eso, si uno de ellos
está algo depresivo, basta con que su colega empiece a tararear la
canción especial que comparten desde niños para que se le olviden
todos sus problemas.
Este tipo de secuencias
pueden acabar con muchos mocos, abrazos y exaltación de la amistad,
o bien entre risas y anécdotas graciosas de la infancia. Según
convenga.
Consejos violentos:
Pero si el amor y el
romanticismo son importantes, tampoco podemos dejar de lado la
violencia. Una vez se ha dejado claro que el protagonista está
enamorado podemos dar por supuesto que el público nos ha concedido
carta blanca para pegar algún que otro tiro. Así que ha llegado el
momento de la acción. Veamos ahora algunas aclaraciones al respecto.
Lo primero que hemos de
dejar claro, pero desde el primer minuto, es qué tipo de habilidad
mortífera tiene nuestro protagonista. Si lo suyo son las patadas o
las espadas, las pistolas desaparecerán de escena rápidamente por
los motivos que sea. Una patada o un manotazo bien dado en la mano
que sujeta la pistola suele funcionar. A partir de ese momento el
malo no tendrá más remedio que luchar justo como al protagonista le
conviene. ¡Bien!

Otro consejo que no
debéis olvidar nunca es que, en el cine, la muerte es algo relativo.
Un extra puede morir con un simple puñetazo. En cambio, si nos
estamos acercando al final de la película y aquel al que el
protagonista propina sus mejores golpes es el malo malísimo, los
puñetazos a penas causarán algunos rasguños. Puede que ni siquiera
las balas funcionen. Para acabar con él habrá que recurrir a
opciones más imaginativas. Las explosiones, los accidentes de
tráfico a alta velocidad, las caídas al vacío y las
decapitaciones, son algunas de las mejores opciones.
En la misma línea,
podemos hablar de los personajes moribundos. Cuando un personaje que
sabe algo importante está a punto de morir, puede hacerlo justo
después de soltar “el dato” o en mitad de la frase, justo en lo
más interesante. Según convenga.
Caso a parte son aquellos
que tienen que despedirse o arrepentirse en el último momento. En
estos casos, no importa lo que esté ocurriendo alrededor, siempre
habrá un ratito de paz para que el malherido se exprese
tranquilamente con el hilillo de voz que le queda. Si lo que tiene
que decir es lo suficientemente interesante, será capaz de mantener
una conversación de varios minutos mientras se desangra. Eso sí, en
cuanto la espiche, volverán a silbar las balas y habrá alguna que
otra explosión.
Por último, y aunque
resulte obvio, aclararemos que el protagonista puede acertar un
disparo entre las cejas del malo desde doscientos metros de distancia
con un revolver mal calibrado y casi sin apuntar, si así le
conviene. Pero los malos pueden dejarse todos sus ahorros en plomo
que jamás acertarán al protagonista. A menos, claro está, que la
guapa tenga nociones de enfermería, en cuyo caso conseguirán
hacerle un rasguño que no dolerá al protagonista en absoluto,
excepto al contacto con el agua oxigenada.
Hasta aquí nuestra guía
para guionistas desesperados. Apliquen nuestros consejos en sus
guiones y vayan pensando el color del Ferrari que quieren aparcar en
el garaje de su nueva mansión.
¡Y recuerde! Si muchos
otros lo han hecho antes, ¡es porque funciona!
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